Llegó el día. Un torneo tan criticado como el que está por terminar también puede generar esto: que los hinchas neutrales sientan la necesidad de ver la gran final entre Lanús y San Lorenzo. El desenlace parece ser mucho más emocionante que el desarrollo.
Los dos equipos que definirán hoy al nuevo campeón del fútbol argentino son, sin dudas, los mejores de cada una de sus zonas. Se beneficiaron, hay que decirlo, porque muchos planteles de jerarquía –Boca, River, Central, Racing– se volcaron por completo a la Copa Libertadores, algo que les despejó el camino hacia esta final. Pero también demostraron un gran nivel.
Es difícil trazar un favoritismo entre uno y otro. Lo dijo el entrenador del Granate, Jorge Almirón, el viernes pasado: “Será una final muy pareja y atractiva para los neutrales”. Ante esta situación de supuesta paridad, un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) de cada uno de los finalistas podría dar alguna precisión o, al menos, un acercamiento sobre cuáles podrían ser las claves del encuentro de esta tarde en el Monumental.
Fortalezas. San Lorenzo llega a este partido con un envión arrollador: ganó 22 de los últimos 24 puntos en juego. Apenas resignó dos unidades en la última fecha, ante Banfield, pero igualmente le alcanzó para quedar puntero de su grupo. Además, todos sus titulares ya salieron campeones alguna vez, algo que le da un plus con respecto a su rival. Para completar, la única final que disputaron estos jugadores, contra Boca por la Supercopa Argentina, fue apabullante: goleó 4 a 0.
Del otro lado, Lanús disfruta más de su presente que de su pasado: tiene al goleador del torneo –José Sand, con 14 tantos– y es considerado, de manera casi unánime, como el mejor equipo de la actualidad, algo que se refleja en la tabla general: sacó el 79.17 por ciento de los puntos, contra el 70.8 de San Lorenzo.
Oportunidades. Para el entrenador de San Lorenzo, Pablo Guede, será la chance de terminar de consolidar una idea de juego que le costó instalar, y que incluso le generó muchos problemas (hasta el rumor de un despido luego de la eliminación de la Libertadores). “Desde un principio se trató de mantener una idea y sobre la marcha fuimos ajustando algunas cosas. Arrancamos como un equipo ultraofensivo pero después nos hicimos fuertes atrás”, sintetizó Cauteruccio.
La oportunidad de Lanús pasa por reivindicar un estilo de juego, además de redimir a un entrenador que se fue por la puerta de atrás en Independiente. Sin incorporaciones rutilantes, armó un plantel con jugadores olvidados de otros clubes. Levantar el trofeo sería decorar un proceso inmejorable.
Debilidades. No contar con Néstor Ortigoza puede resultar letal para este San Lorenzo, acostumbrado a su equilibrio en el mediocampo y a esos toques de distinción que muchas veces construyen un gol.
El costado débil de Lanús, en el mano a mano con el Ciclón, pasa por la gran diferencia de títulos que hay entre sus jugadores. Entre los once, hay tres que nunca salieron campeones (Gustavo Gómez, Román Martínez y Fernando Monetti), y muchos participaron mínimamente en otros títulos obtenidos. El roce en esos partidos decisivos puede influir.
Amenazas. El haber clasificado con tanta antelación a la final hizo que Lanús tuviera un entendible relajo que incidió directamente en el rendimiento y en los últimos dos resultados. El riesgo es que eso pueda extenderse y en la final, los dirigidos por Almirón no muestren su mejor versión.
Por el contrario, San Lorenzo llega con el riesgo de ser considerado el favorito, no por el presente, sino por su historia. En un club grande, que siempre tiene más aspiraciones que el resto, una caída podría hacer más ruido.