Su presente es tan brutal que mientras volvía a convertir en uno de sus campos favoritos, como El Madrigal, una avioneta sobrevolaba el estadio con una inscripción que flameaba a su paso: “Come home Ronaldo – United Reel” (Vuelve a casa Ronaldo). No había espacio para las dudas: era un mensaje pagado por hinchas del Manchester. Esos mismos fanáticos que levantaron su última Champions League de su historia, allá por 2008, y que quieren el regreso del mejor “hombre gol” de los últimos años. Cristiano Ronaldo es el hombre más desequilibrante de cara al arco que tiene hoy el fútbol. El portugués tiene un arranque de temporada con marcas de otros tiempos y es el principal responsable de que el Real Madrid vaya recuperando la forma tras un pésimo arranque.
Presente descomunal. Con el tanto ante Villarreal, el número 7 de la Casa Blanca se convirtió en el primer jugador de la historia de la Liga española en anotar 10 goles en los primeros seis partidos (él jugó cinco). Tras darle al Real Madrid la Supercopa de Europa, con dos gritos ante el Sevilla, la prensa castigó duro al portugués por su nula participación en los dos partidos ante Atlético Madrid en la Supercopa de España (únicos dos partidos en los que no festejó). Más aún luego del pésimo arranque del Real en el torneo: perdieron dos de sus primeros tres partidos, incluida una derrota en el Bernabéu en el derby madrileño.
El líder. Pocas veces el portugués influyó tanto en el presente del equipo como en este arranque de la 2014/15. Su potencia goleadora, y sólo su potencia goleadora, sacó a flote un equipo que había desperdiciado la Décima en apenas un puñado de partidos. Con 13 goles en 9 partidos firmó el mejor arranque de su carrera. Una carrera en la que si hay algo que no faltan son goles. “Cristiano es como Michael Jordan, por mucho que lo estudies, sigue anotando. Es el mejor jugador del mundo”, destacó su DT tras el póker que le anotó al Elche el martes. Tras las idas de Xabi Alonso y Di María, el delantero se hizo cargo de la reconstrucción de un equipo nuevamente en formación.
Después de la mejor temporada de su carrera, la pasada, el portugués busca nuevos retos que lo motiven. Ya pasó los 400 goles como profesional, rompió el récord de goles en una edición de Champions League (17) y ganó el segundo Balón de Oro de su carrera. Por eso la vara para este año es muy alta. La única gran deuda que tiene está asociada a su selección. Tras su magro Mundial, condicionado por una tendinitis rotuliana, el símbolo portugués se debe un gran torneo con su país.
Messi le roba la pelota al último defensor del Granada y encara con el libreto resuelto antes de la ejecución. Ya sabe lo que hará dos segundos después de iniciada su carrera de quince metros. Cuando alcanza la línea del punto penal aplica el toque picado, como un autómata. A esa altura el jugador ajedrecista no improvisa. Messi piensa dos jugadas antes lo que el arquero tiene que descifrar ahí, delante del hombre que nunca se obnubila. Es su segundo gol en el partido, el que cierra una cifra de tenis (6-0), el primero después de una marca imposible para un futbolista de 27 años: Leo marca el primer gol de su era post 400, entre el Barcelona y la Selección argentina.
El hombre que compite contra Cristiano Ronaldo –el goleador de la Liga, con 10– también se compara contra la historia. Messi arremete contra los mitos. Quizás frente al último bronce que le queda por desbancar: Telmo Zarra. El Pichichi histórico de la Liga española detuvo su cuenta en 251. Cuando murió, el 20 de febrero de 2006, la planilla de Messi todavía no era evidencia de un potencial competidor. Por entonces, el niño maravilla tenía siete goles en la Liga. El primero se lo había convertido a Albacete, casi siete meses después de su debut en octubre de 2004, frente al Espanyol. Después le marcó uno al Racing de Santander, uno al Athletic de Bilbao, uno al Alavés, dos al Mallorca y uno al Betis, dos días antes de la muerte de Zarra. Messi anotó 241 goles más en la Liga; con los dos de ayer se ubica a tres del hombre récord. El diez, otra vez, está a punto de erigirse en un jugador imposible.
Completo. El mayor goleador de la historia de Barcelona es el primer defensor del equipo de Luis Enrique. Enfocado como un futbolista más integral y ya no como aquel que se conectaba en los últimos metros para definir, la nueva versión de Leo es festejada por su entrenador: “Disfruto de las asistencias de Messi”, dijo. Ayer asistió dos veces: una a Rakitic y otra a Neymar, autor de tres tantos. El rubro pase-gol le entrega credenciales de enganche: 166 en 524 partidos.
“Nunca pensé que conseguiría logros así”, escribió ayer el crack en su cuenta de Facebook. En su década ganada, Messi gritó 359 veces con la camiseta de Barcelona, entre Liga, Copa, Champions, Supercopa de España y de Europa, y Mundial de Clubes.
Su gol 400 fue de cabeza, el cuarto en la goleada de ayer. En esta Liga, Messi lleva cinco goles en seis partidos. Números astronómicos que explican al futbolista que se reinventó tras su peor temporada de las últimas cuatro. De todos modos, el jueves pasado el programa de TV3 Efectivament reveló que el Chelsea de José Mourinho trató de llevárselo por 150 millones de euros. Una oferta irrechazable. Sin embargo, Messi decidió quedarse en Barcelona. Quiere ser el jugador perfecto que compite contra sí mismo.