La foto que entrará en la historia está allí, en estas mismas páginas de papel, inundando las redes sociales o a un click en Google: Juan Martín Del Potro tirado en el piso, sobre los anillos olímpicos, con los ojos vidriosos y festejando lo que unos días antes él mismo percibía imposible. Después vino el beso al cemento del court central del Centro de Barra de Tijuca, que había pisado durante tres horas y ocho minutos para ganarle a Rafael Nadal; y más tarde, su cuerpo entregado a los hinchas argentinos, que lo hacían surfear en la platea baja entre un mar de brazos y cabezas. Del Potro no la tenía colgada sobre su cuello, pero en esos instantes ya lo sabía: había ganado una medalla olímpica, otra vez. Como en los Juegos de Londres 2012, pero ahora más arriba en el podio. Hoy irá por el oro o la plata. El último escalón de su propia Escalera de Selarón de Río de Janeiro.
Si contra Novak Djokovic había sido el triunfo más importante de su carrera, incluso superior al que le hizo ganar el Abierto de Estados Unidos en 2009, el de ayer frente a Rafael Nadal puede ubicarse en el mismo escalafón: Del Potro superó al español, quinto del ranking ATP, por 5-7, 6-4 y 7-6 (5) y hoy, desde las 15.30, buscará el oro ante el británico Andy Murray, que vapuleó a Kei Nishikori por 6-1 y 6-4.
Era difícil igualar lo que estaba haciendo, en simultáneo a Del Potro, el seleccionado de básquet contra Brasil. En el Arena Carioca 1, donde Andrés Nocioni y compañía resignificaban la palabra adrenalina, la victoria era tan épica, tan asfixiante, que el ritmo de un partido de tenis –por más de que se tratara de un partido de tenis hiperdinámico y entretenido– no la podía igualar. Pero el tiempo fue justo y dejó a Del Potro sólo contra Nadal, con el festejo de la Generación Dorada de fondo. Y aunque quizás no lo alcanzó en adrenalina, el tie break final generó una cosquilleo similar a lo que había pasado con el equipo de Sergio Hernández.
Porque el tercer set ya había sido atrapante, pero la definición intensificó el nerviosismo. Y hay que aclarar algo: a diferencia de lo que muchos presagiaban, el argentino no sufrió una merma física en el tercer tramo del encuentro. Llegó entero, y quizás flaqueó sobre el final de ese set, más por esas cuestiones psicológicas que inciden en el tenis que por sus piernas.
Delpo quebró el servicio de Nadal para ubicarse 5-4, pero cuando sacó para partido lo perdió en cero. Y en el siguiente game tuvo tres oportunidades para quebrar, pero erró cinco tiros consecutivos. Dos posibilidades que un rival como Nadal muchas veces no perdona. Sin embargo, esa debilidad no existió en el tie break, en el que el argentino fortaleció su saque y jugó bien desde el fondo de la cancha ante un Nadal que, como siempre, devuelve lo que la mayoría no puede devolver.
Antes de todo eso, en el primer set, Del Potro quebró rápidamente el saque, pero el español se recuperó en el sexto game, inclinó la balanza a su favor en el duodécimo y así cerró el primer parcial. Sin margen de error, el argentino salió en busca de imponer condiciones y lo logró. Sólido con el saque, desbordó a Nadal con su derecha y sostuvo con mucha regularidad el revés a dos manos, como no había ocurrido a lo largo del torneo. Un quiebre en el tercer game le permitió tener la ventaja que necesitaba para igualar el encuentro, que consiguió con su servicio y por 6-4.
Luego vino ese final dramático y las imágenes que desde ayer son la portada de todos los medios nacionales: Del Potro llorando. Festejando su segunda medalla. Algo que ningún otro tenista argentino pudo conseguir.
“Es mas de lo que soñe”
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya son parte del campo onírico de Juan Martín del Potro. En cada declaración, en cada paso que dio hacia la medalla, el tandilense nombró la palabra sueño como si fuera una palabra irresistible. “No lo puedo creer, nunca me imaginé esto. Es más de lo que había soñado”, dijo ayer, luego de ganarle a Rafael Nadal y asegurarse un lugar en el podio.
“Mientras jugaba se me venían cosas a la cabeza pero traté de no pensar para seguir en el partido. Esto es más de lo que soñé –agregó–. Es algo difícil de describir. Hoy venía para el club y recordaba que en las semifinales de Londres me tocó Roger (Federer), ahora me tocó Rafa... Nunca pude imaginarme esto”.
El tandilense detalló, además, cómo sintió la definición del partido contra el español. “Cuando fui a sacar 5-4 arriba en el tercer set pensé que metiendo el primer servicio era suficiente, pero no. Rafa es Rafa. Por eso después en el tie break sentí la necesidad de arriesgar, por mí, por toda la gente que vino, por los argentinos. Y entre todos hicimos realidad este sueño de llegar a la pelea por la medalla de oro”.
Consultado sobre la obtención asegurada de una medalla en esta edición de los Juegos Olímpicos (oro si gana, plata si pierde), que se sumará al bronce que ganó en Londres 2012, el tandilense opinó: “Es increíble. Y más si pienso que en primera ronda acá me tocó Novak”.
Finalmente, Delpo adelantó que buscará “disfrutar” la final de hoy ante Murray. “Yo espero que las piernas me sigan respondiendo para correr siempre una más. Los deportistas argentinos siempre damos hasta la última gota y cuando se consiguen los objetivos es muy lindo”, concluyó.