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"Estoy harto de que hablen giladas de mi hijo"

Papá de Riquelme cuenta por qué dejó la Selección

Luis concede la entrevista cansado de escuchar lo que considera ataques contra su hijo. Revela los entretelones de la decisión, repasa los años sin lujos y se muestra orgulloso.

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"Muchos deben estar contentos de que Romn no juegue ms en la seleccin" | Diario Perfil
_ Piturro, me di el gusto de jugar un Mundial y de que estuvieras vos para verlo. Estoy hecho, no puedo pedirle más a la vida.

Ese día, el teléfono sonó temprano. La llamada desde España anunciaba un contenido fuerte. El tono fue firme y la voz del otro lado del oceáno sonó convencida. Y convincente. La dolorosa noticia llegó primero a los oídos de Luis Riquelme, papá de Juan Román, después la escuchó Alfio Basile y por último se hizo pública: el crack renunciaba a la Selección.

Piturro –así llama Román a su papá– fue breve en su respuesta. “Es lo que tenías que hacer”, dijo.

Razones. Román atribuyó su decisión a la salud de su mamá, María Ana. Explicó que a ella le afectaron las críticas que le hicieron después del Mundial, que cayeron sobre su espalda como latigazos. Como una infidencia, deslizó que desde ese partido con Alemania en el que Argentina quedó eliminada la internaron dos veces.

Después vendrían los coletazos: comentarios, rumores, suposiciones, opiniones. Sus colegas respetaron la decisión; los medios se dividieron entre quienes entendieron las razones del ex capitán del seleccionado y aquellos que aprovecharon para atribuirle hasta las siete plagas de Egipto. Como siempre, Riquelme se llamó a silencio.

La primera vez no se le dijo nada para no preocuparlo. Aparte, él está en España –dice Luis–. Cuando a la madre la internaron de nuevo, la hermana no aguantó más y lo llamó, y lo primero que preguntó él es por qué no le habían avisado antes.

¿Te duele la decisión?
No, porque es una decisión de él y yo sé que es feliz. Pero no te podés meter con las cosas personales. Algunos “lo mataron” porque no dijo cuál era la enfermedad de la mamá. Son unos desubicados, porque yo no ando preguntándole a la gente si tiene parientes enfermos. Suponete que vos tuvieras a tu mamá enferma: yo no voy a preguntarte si tiene cáncer o SIDA.

Herencia. “Piturro” es joven, parece tener menos de los 47 años que acusa. Romy es el primero de sus diez hijos y ya le dio dos nietos y uno viene en camino para fin de año. Comparten apellido, sonrisa y facciones. “Menos mal que somos parecidos; si no, van a decir que es hijo de otro. Igual, soy más negro”, bromea Luis Riquelme y asegura sin convencer que su hijo, a pesar de lo que se dijo, es alegre y festivo: “Es un chico muy jodón. ¡Si lo vieras entre amigos te darías cuenta!”. Y, para ejemplificar, se pone serio: “Fijate que en Alemania vos llamabas a la concentración de la Selección y había 17 o 18 en la habitación de él, y si fuera un ‘carlitos’ eso no pasaría”.

Se indigna cuando recuerda esa vez en que lo acusaron de haber abandonado su hogar. “Una vez, uno dijo en la tele que como yo me había separado de mi esposa, había abandonado a mi familia”. Después de la ira, la reflexión: “Es cierto, me separé, pero como le puede pasar a cualquiera, incluso a ese periodista que habló de más”.

Repasa aquellos años de privaciones en Don Torcuato “con la frente bien alta”, con la tranquilidad de haber superado la pobreza. Sumerge la mirada en los recuerdos, cuenta que su hijo tomaba dos colectivos y el tren para ir a entrenar, y se enorgullece porque nunca le faltó nada. “Plata para la Coca y el sanguchito siempre tuvo”, afirma, y agrega: “Hay gente que se piensa que naciste con plata, y nosotros somos de barrio. Tuvimos una crianza bien de pobracho, pero con dignidad”.

Los pobres sean unidos. Una satisfacción que el patriarca Riquelme no puede ni quiere ocultar es la unión que reina entre sus hijos. Tampoco puede esconder el dolor que le causa tener al mayor a 14 mil kilómetros, y la euforia que invade a la familia cuando el hijo pródigo regresa. “Cada vez que viene se interna en el barrio y si son treinta días, veinte está comiendo asado con los vagos. ¡Y lo sirve él!”. A “Piturro” le brillan los ojos cuando habla de Román. “Lo que pasa es que nos encariñamos mucho, y cuando se va, terminamos todos llorando –dice–. Esa es una bendicion de crianza, porque creo que es una virtud que tenemos los pobrachos: somos muy unidos”.

* Diario Perfil. (ver más en Edición Impresa)