El estadounidense Michael Phelps escribió hoy la página más brillante en la historia de la natación al ganar su octavo oro en unos Juegos Olímpicos, algo nunca conseguido antes por nadie.
El futurista "Cubo de Agua" de Beijing fue el justo escenario para una gesta sobrehumana que se concretó hoy en la última carrera del programa olímpico, el 4x100 estilos, en el que Estados Unidos se impuso con una nueva plusmarca mundial, 3:29,34 minutos. Fue la número 25 tras nueve días de competición.
Phelps quebró así el récord de siete medallas de oro en unos mismos Juegos lograda por su compatriota Mark Spitz en la natación de Münich 1972.
El estadounidense es, por mucho, el deportista olímpico más exitoso de todos los tiempos, algo que ya había logrado el miércoles al adjudicarse su décimo oro en unos Juegos, después de los seis que logró en Atenas 2004. Hoy se colgó del cuello la décima cuarta medalla dorada, con lo que deja muy lejos los nueve oros conquistados por Spitz, la gimnasta soviética Larissa Latynina, el atleta estadounidense Carl Lewis y el atleta finlandés Paavo Nurmi.
"No tengo palabras", dijo Phelps, de 23 años. "Son todos los sueños hechos realidad. Ser capaz de cumplir todos los objetivos, la verdad, sienta bien".
Phelps fue el gran artífice de la victoria estadounidense en la carrera de hoy, en la que la segunda posición fue para el equipo de Australia con 3:30,04 y el bronce para Japón con 3:31,18. Estados Unidos iba tercero cuando la gran estrella de los Juegos saltó al agua para realizar su posta, la de mariposa, en la que puso a su equipo en cabeza y dejó el camino expedito para el último 100 a Jason Lezak, al que pisaba los talones Eamon Sullivan.
Los estadounidenses estallaron en júbilo y se fundieron en un abrazo al lograr el triunfo y un nuevo récord, el séptimo de Phelps en ocho finales, mientras la grada de la piscina hervía ante la hazaña de la que era testigo. Después de nueve días de enorme tensión, Phelps no pudo reprimir al fin las lágrimas en la ceremonia de premiación.
"Me llevo grandes recuerdos, fotos, trajes de baño. Todo lo guardo. Pero lo mejor es el recuerdo que me llevo de formar parte del equipo de Estados Unidos", añadió. Eran las 11:48 de la mañana cuando Phelps recibió su octavo oro en Beijing. Aquello de lo que se había hablado durante los últimos cuatro años se había hecho realidad. El portento de Baltimore lo había logrado.
Con la medalla ya al cuello, Phelps se dirigió a la grada para abrazarse a su madre y a su hermana. "Apenas nos dijimos nada. Ella se echó a llorar, mi hermana se echó a llorar, y yo también", relató.
Fuente: AFP