A veces, al atardecer, la belleza de Lisboa parece apoyar una teoría absurda: Portugal se dejó ganar su Eurocopa hace cuatro años, ante la inesperada Grecia, sólo para evitar que la alegría de su gente estropeara la melancolía de la Alfama o el Chiado.
Engalanada de rojo y verde y con sonrisas de oreja a oreja, Lisboa no era Lisboa. Al fin y al cabo, como dijo el escritor italiano Antonio Tabucchi, la capital portuguesa "ofrece una apreciable variedad de alternativas para un noble suicidio".
En 2004, la selección de Portugal parecía haber elegido una bien gallarda: en el Estadio da Luz, ante más de 60.000 espectadores, y por 1-0: gol de Angelos Charisteas. Sin embargo, algo no salió bien. Y por una cosa o por otra, el equipo de Luiz Felipe Scolari salió vivo de aquella debacle.
El técnico brasileño había llegado en 2002 para renovar un equipo que, de la mano de la prometedora "generación de oro" de Luis Figo, había fracasado sistemáticamente en las fases finales. Y el "sargento" no pensaba marcharse sin cumplir con su misión.
Figo dijo adiós a la selección tras la Eurocopa, pero aún no era el momento. Scolari lo convenció para que regresara y lideró a Portugal hasta las semifinales del Mundial de Alemania, la mejor clasificación lusa desde 1966. Ahora, sin Figo pero de la mano de Cristiano Ronaldo, el brasileño quiere dar un paso más en Austria y Suiza 2008.
"Portugal goza, como nunca antes, de mayor autoestima", aseguró el técnico en una entrevista con la revista "FIFA Magazine". "En la actualidad, la selección portuguesa es muy sólida", añadió Scolari, que no descarta que su equipo vuelva a pelear por el título, en Viena, el 29 de junio: "Creo que podemos llegar a la final".
En realidad, no es sólo un acto de fe. "Felipao" sabe de lo que habla. A sus 59 años, el seleccionador del Brasil campeón mundial en 2002 es uno de los entrenadores más respetados del mundo, y su nombre, al quedar libre tras la Eurocopa, suena como posible casi cada vez que hay una vacante: los últimos, México y Manchester City.
En sus manos, un jugador como Cristiano Ronaldo podría ser un arma de destrucción masiva. Pese a que ya estuvo en la final de 2004, el extremo del Manchester sólo tiene 23 años, pero su explosión en las últimas dos temporadas lo ha convertido en el máximo referente del fútbol mundial.
En el fútbol inglés, el más potente actualmente, "Cristiano Ronaldo pudo evolucionar hasta convertirse en el mejor jugador del mundo y superar al brasileño Kaká", escribió el alemán Franz Beckenbauer.
El extremo huele ya a Balón de Oro, pero Scolari aún no quiere soltar las riendas del futbolista. "Es el ejemplo de un 'joven' que ha madurado rápidamente, tanto en calidad de jugador como de orquestador de juego. Estoy convencido de que en los próximos tres, cuatro o cinco años, Cristiano se convertirá en uno de los mejores jugadores del mundo y que, a largo plazo, será el estandarte de la selección portuguesa como capitán".
Ronaldo encabeza el grupo que debe inyectar savia nueva a Portugal, en el que también destacan su compañero en la delantera del Manchester Nani o el central del Real Madrid Pepe, además de jugadores del medio local como Bruno Alves, Miguel Veloso o Raul Meireles.
Junto a ellos, no faltarán los galones ganados en mil batallas de Ricardo Carvalho, el jefe de la defensa, o su compañero en el Chelsea Paulo Ferreira. Ambos deben dar experiencia a una línea defensiva de garantías junto a Pepe, Miguel o José Bosingwa.
En el centro del campo, el jefe volverá a ser Deco, al que Scolari puede combinar con veteranos como Petit o novedades como Meireles, Veloso o Joao Moutinho.
En la punta de ataque, el incombustible Nuno Gomes, que pronto cumplirá los 32 años, parece el hombre de referencia tras el adiós de Pauleta. En definitiva, una combinación de jugadores experimentados y nuevos talentos jóvenes. "Lo mejor", según Scolari. "Y es precisamente tal mezcla la que tengo en mente".