La ilusión de Racing está anclada en la Libertadores. Y para decirlo en términos inmediatos, en el partido del jueves ante Wanderers, en Montevideo. Eso se notó anoche en Avellaneda, durante el partido contra Lanús: el público lo vivió como una vigilia, casi como si lo que estaba pasando fuera un pasatiempo.
Y lo que pasaba era que a Racing le costaba imponerse ante un rival siempre bien dispuesto a atacar. Mejor dicho: Lanús jugaba mejor, era más incisivo y creaba situaciones de gol. Pero Saja lo salvaba, o los delanteros rivales fallaban.
En el segundo tiempo el partido bajó la intensidad y el juego se hizo más ordinario. Hasta que Bou controló un pase de Romero, se hizo el espacio para girar y acomodó la pelota contra el palo derecho de Monetti: a veces los goleadores resuelven por su cuenta. El gol de Cabral, al final, cerró un triunfo por el que Racing no había hecho tanto.