De amistoso no tuvo nada. Parecía, más que un partido de pretemporada, una batalla incomprensible en la que los jugadores ofrecían patadas desmedidas, empujones, insultos y, por supuesto, casi nada de talento. De fondo, una multitud que se contagió de lo que pasaba adentro.
El primer Boca-River del 2016 empezó y terminó caliente. La responsabilidad principal de eso, hay que aclararlo, la tuvo Boca, que pareció durante los noventa y pico de minutos sumergido en una crisis nerviosa difícil de entender: el último campeón no estaba jugando ni por la Copa Liberadores ni por la Sudamericana, sino un clásico de verano. Pero eso poco le importó.
El primer síntoma de cómo había entrado al campo de juego lo transmitió Jonathan Silva, que le pegó un brutal planchazo a Gabriel Mercado. Ninguno de los dos siguió en la cancha: el de Boca salió expulsado por Patricio Loustau, y el de River salió lesionado con hielo en su tobillo.
Silva se arrepintió de lo que había hecho casi al instante. Incluso se insultó a sí mismo cuando caminaba hacia los vestuarios, mientras Arruabarrena hablaba con Markic para replantear un partido que cinco minutos más tarde iba a empeorar aún más. Allí, a los 15, Meli le cometió a Vangioni esas faltas absolutamente innecesarias cerca del área. Y para peor, ese tiro libre se convirtió en penal, luego de que Tevez –que estaba en la barrera– levantó su brazo por encima de la cabeza. Pisculischi, luego, convirtió esa sucesión de errores xeneizes en el 1-0 para River.
Si Boca estaba nervioso desde el arranque, al estar con un jugador menos y en desventaja, ese estado de ánimo se agudizó. Osvaldo y Cubas lo evidenciaron: el delantero, que insultó al árbitro tras una falta que le cometió a Barovero, debió salir expulsado en dos oportunidades. Pero Loustau se dio cuenta de que otra roja podía convertir el estadio mundialista en una caldera, algo que más tarde resultó inevitable.
En el juego, River, con destellos de Pisculischi y Nacho Fernández, generó algunas jugadas que inquietaron a Orion. Boca sólo ofreció la oportunidad de sus delanteros.Parecía que el segundo tiempo iba a ser más tranquilo, pero Peruzzi –en una jugada similar a la de Silva– estiró de más la pierna y salió expulsado. Luego vino el escándalo. De fútbol, sólo quedó lo poco que hubo en el comienzo.
Parecía que el segundo tiempo iba a ser más tranquilo, pero Peruzzi –en una jugada similar a la de Silva, aunque menos violenta– estiró de más la pierna y salió expulsado. Luego vino una catarata violenta que terminó en un escándalo. De fútbol, sólo quedó lo poco que hubo en el comienzo.