Lo más importante que pasó anoche en Bahía Blanca, como en casi todos los partidos que se jugaron estos días en el mundo, fue el homenaje a los jugadores del Chapecoense que murieron en el avión de LaMia, el lunes pasado, en Colombia. Pero éste homenaje, el de ayer, fue especial, porque San Lorenzo había jugado contra el club brasileño diez días atrás, y porque los futbolistas azulgranas salieron a la cancha con las camisetas que habían intercambiado luego de esa semifinal por Copa Sudamericana. El dolor de toda esa tragedia también se sintió en Bahía, a miles de kilómetros de Chapecó.
El triunfo de San Lorenzo fue un tributo a todos esos jugadores que ya no están. Sirvió para eso, y también para recuperarse de las dos eliminaciones en copas (la Argentina y la Sudamericana) y de la derrota contra Boca en el Nuevo Gasómetro, el domingo pasado. El Ciclón vuelve a estar ahí, a un paso de la cima, por los goles Cauteruccio y Blandi, que anoche recuperaron la confianza que necesita todo delantero.
El final fue emotivo y cambiante. San Lorenzo sufrió –sobre todo por el lado del uruguayo Corujo–, se lo pudieron empatar en varias oportunidades (Troyansky protagonizó esas situaciones), pero también pudo ganar por más goles, sino hubiese sido por la mala puntería de Cerutti.