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gran triunfo en cordoba

San Martín y sus ganas de ir al frente, otro cuco para Independiente

Con una apuesta ofensiva y goles de Penco en el segundo tiempo, los sanjuaninos vencieron 2-0 a Belgrano y mantienen la ilusión de no descender.

Puntual. Sebastián Penco jugó la última media hora: suficiente para decidir el partido. Suma tres goles.
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El fútbol a veces pueden ser treinta segundos. Ese cabezazo de Martín Zapata que pega en el palo y hace su recorrido por detrás del arquero Ardente era el empate. La pelota puede quedar de un lado o del otro. Es un instante; si una moneda cae de canto, la probabilidad de cara o seca es cincuenta y cincuenta. Woody Allen comenzó su película Match Point con la metáfora de la pelotita de tenis que pega en la faja; del lado que quede, dependerá del destino. Reinaldo Alderete, de San Martín, pateó el destino hacia arriba, lejos del área, para aventar cualquier rebote postrero de ese cabezazo de Zapata que había provocado frustradas avalanchas. Y la agarró Riaño; cordobés, como Belgrano. Pero el delantero es de la contra, jugó en Talleres. Ya le había convertido dos goles a Tigre en la fecha anterior. La amenaza de su corrida proyectaba la sombra de aquellas conquistas en Victoria que le habían dado aire a San Martín en este final de temporada, con la soga del promedio apretándole el cuello. Riaño se metió en el área y cuando juntó defensores y capturó la atención de Olave le cedió el pase a Penco. Hubo rebote, pero el gol fue del hombre que ya había marcado el primer tanto, tras pase del lateral Más. El doblete estaba en el banco. Cuestiones del destino, Penco había ingresado a mitad del segundo tiempo, en reemplazo de Caprari.

El juego no se negocia. Se jugaba un partido federal: con epicentro en Córdoba, tenía alcance en San Juan y Avellaneda, Buenos Aires. Independiente espía a un rival, uno que ayer cosió su tercer triunfo consecutivo. San Martín ganó uno de esos encuentros que definen el carácter y afianzan la idea. El equipo sanjuanino sabe a qué juega. Luna es una especie de Riquelme sin fama pero tiene un andar made in Román. Emmanuel Más pasa siempre, Alderete releva, Riaño es un rayo, Affranchino no es el atolondrado de River y de atrás tratan de salir con limpieza.

Belgrano apretó y por momentos obligó a San Martín a romper esquemas con pelotazos. Pero no renunció a su estilo.

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También el destino, o el juez de línea Javier Uziga, que levantó la bandera cuando no correspondía, le impidieron a Belgrano ponerse en ventaja, cuando Aveldaño había marcado a los diez minutos. Una de esas jugadas que a veces cambian el desarrollo.

La virtud de San Martín fue tener paciencia. Una vez en ventaja, manejó los tiempos y alejó a Belgrano de su área. El equipo cordobés contó con aquella ocasión de Zapata y nada más. San Martín puede o no irse a la B. Acaso su manera de jugar no merezca el descenso.