Todo se torció desde el principio. Roger Federer debía ganar el Abierto de Australia para seguir optando al "Golden Slam" de tenis, pero cayó en semifinales. Nadie presagiaba entonces, sin embargo, que el suizo sufriría un colapso en 2008. Ocho meses después, Federer ha perdido 12 partidos -cuatro más que en todo el año pasado-, cederá el lunes el número uno del mundo al español Rafael Nadal y parece presa de una fractura mental de difícil solución.
Desde la derrota en semifinales de Australia hasta la de hoy en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Pekín han pasado muchas cosas, pero la principal se llama Nadal. El suizo tenía la posibilidad de igualar lo hecho por Steffi Graf en 1988, cuando la alemana ganó los cuatro Grand Slam y el oro olímpico en Seúl.
"¿El Golden Slam? ¡Uuf! Antes de pensar en eso tengo que ganar tres Grand Slam", dijo Federer a DPA en el final de la temporada pasada. Ni siquiera ganó el primero. Una monucleosis debilitó al suizo y echó a perder, a la primera oportunidad, su carrera contra la historia. El australiano Rod Laver, único hombre que ha logrado ganar los cuatro grandes en una temporada, tendría que esperar al menos otro año para encontrar un emulador.
Tras Australia, Federer perdió en primera ronda de Dubai ante el británico Andy Murray. Luego vendrían derrotas ante los estadounidenses Mardy Fish y Andy Roddick. Algo no iba bien. El primer título de Federer, que había ganado ocho en 2007, no llegó hasta Estoril, un torneo pequeño en el que se alistó para preparar Roland Garros, su siguiente gran reto. Al igual que el estadounidense Pete Sampras, Federer tenía atragantada la arcilla de París, pero sobre todo tenía atragantado a Nadal. El español le había ganado los cuatro últimos años en Roland Garros, una semifinal y tres finales. El número dos era el claro favorito, sobre todo después de sus victorias ante Federer en Montecarlo y Hamburgo. Pero nadie presagiaba una derrota semejante en el partido por el título en París: 6-1, 6-3 y 6-0. Nadal pidió perdón a Federer por semejante castigo, mientras que el rumano Ion Tiriac dudó de la inteligencia del suizo. "No lo entiendo a Federer, se supone que es un tipo inteligente", dijo a DPA. "Pero se queda anclado en el fondo ante Nadal".
El golpe mortal, sin embargo, llegó dos semanas después. Federer estaba en casa, buscaba su sexto título seguido en Wimbledon y superar la marca del mítico Bjorn Borg. Enfrente, de nuevo Nadal, el hombre que le había ganado 11 de sus 17 enfrentamientos. El partido fue una batalla épica. Federer remontó dos sets en contra y alargó el partido, entre interrupciones por la lluvia, hasta casi el anochecer. Después de 65 victorias seguidas sobre césped, perdió por 6-4, 6-4, 6-7 (5-7), 6-7 (8-10) y 9-7. El tenis se preguntó si no había sido la mejor final de la historia, pero eso no era consuelo: el derrotado había sido él. "Probablemente es mi derrota más dura", admitió el suizo. "Un desastre".
Tras Londres, el suizo perdió con Gilles Simon en Toronto y con Ivo Karlovic en Cincinnati. En Pekín, cedió ante el estadounidense James Blake, un hombre al que había ganado en los ocho enfrentamientos anteriores y al que sólo había concedido un set. A sus 27 años, casi la misma edad a la que se retiró Borg, el suizo parece lejos de recuperar la fiabilidad mostrada en sus cuatro años de reinado. "A veces hay que sentarse y buscar nuevos objetivos", insinuó durante la semana en Pekín. En sus últimos años en el circuito, Sampras se olvidó del ranking y apostó por los Grand Slam. A Federer le quedan dos para alcanzar el récord de 14 del norteamericano, con el que le une una buena relación. Sólo tiene un problema: Nadal.