“Es una esperanza, no sólo para el golf, sino también para el deporte argentino, especialmente para los más chicos, que seguramente querrán imitarla”. Corría el año 2008 y Victoria Tanco tenía apenas 14 años. Había ganado el Junior Orange Bowl y su nombre, que ya se pronunciaba como una de las grandes promesas del semillero nacional, se replicó en todos los grandes medios del país. Roberto De Vicenzo, una de las grandes figuras del golf argentino, ya veía en la pequeña un futuro enorme. Pasaron poco más de tres años y Victoria, que desde los seis sueña con convertirse en una número uno, está a punto de hacer historia otra vez.