Es objetivo e innegable: con la Recopa Sudamericana que obtuvo ayer ante Arsenal, Boca pasó a contar con 18 títulos internacionales oficiales, por lo que igualó al Milan de Italia como la entidad que más lauros de ese tipo acumuló en la historia. Ahora bien, ¿tiene sentido hacer este recuento? ¿Vale lo mismo una Copa Libertadores que otra jugada a partido y revancha como la que ganaron ayer los xeneizes? ¿No debería el periodismo contar por separado una y otra conquista?
Para responder a esos interrogantes, resulta necesario considerar antes algunos detalles. Primero y principal, que, si bien es "internacional oficial" todo torneo organizado o reconocido como tal por una ente que rija en el ámbito continental o por la FIFA, no por ello todos esos certámenes revisten la misma seriedad o dificultad para sus participantes, sino que, por el contrario, en esa misma bolsa pueden entrar competencias muy distintas.
Acaso sean justamente los clubes sudamericanos -y sus hinchas- aquellos que más puedan dar fe de esa disparidad entre torneos serios o difíciles y otros que, si bien también han sido organizados por la Confederación Sudamericana de Fútbol y tienen carácter de "oficiales", no sólo se diferencian de la Libertadores por la mucho menor exigencia que plantean en cuanto a tiempo y nivel de los participantes, sino también en la cantidad de ediciones que tuvieron.
En el caso puntual de Boca, una muestra clara de esto es uno de los títulos que se toman en cuenta para llegar al total de 18 mencionado al principio: el correspondiente a la Copa Master que en 1992 jugaron por única vez todos los ganadores de la extinta Supercopa, es decir Racing, Cruzeiro de Brasil, Olimpia de Paraguay y, por supuesto, Boca.
Ese mini-campeonato tuvo la particularidad de que todos sus partidos se jugaron en cancha de Vélez, lo que le quitó neutralidad y ayudó a que los xeneizes se llevaran el trofeo puesto en disputa. Esto, sumado a que fue inmediatamente discontinuado (hubo una edición más en 1995, pero sólo la jugaron Cruzeiro y Olimpia), sería motivo suficiente para considerarlo cuanto menos un torneo "irregular". Sin embargo, siempre es contabilizado como uno más de los que convierten a Boca en "Rey de Copas". Vale decir, igual que una Libertadores.
Aquí es donde el criterio periodístico tiene que aparecer para no avalar semejante despropósito, teniendo en cuenta dos premisas fundamentales:
1) Que -al menos en periodismo- una estadística no debe ser nunca un fin en sí misma, sino únicamente un medio para mensurar, explicar o fundamentar más correcta y acabadamente algún fenómeno u opinión.
2) Que, para no confundir al público ni dar lugar a ideas erróneas, es fundamental no mezclar mandarinas con limones (o manzanas con peras, o melones con sandías, como se prefiera).
Lamentablemente, desde hace algunos años existe en el periodismo deportivo la manía de publicar estadísticas porque sí o sin ningún otro fin que el de producirlas, lo que a su vez ha generado la aparición de coleccionistas de datos que, con tal de aparecer como expertos o sabios en la materia, no dudan en echar mano a cualquier título, torneo o partido para engrosar números que, más que aclarar, oscurecen al ser un fín en sí mismos.
SI esto además sirve para congraciarse con el público de algún equipo, y más aún si ese público es tan numeroso como el de Boca, el recuento por supuesto se difundirá a más no poder, pese a desvirtuar aquellos mandamientos de la función periodística por los que, tanto en este caso como en el de cualquier otro club argentino, lo correcto sería presentar por separado los recuentos de las distintas copas ganadas.
Otra alternativa, más subjetiva pero no por ello descartable, es la que propone una de las más prestigiosas asociaciones de estadígrafos de fútbol del mundo, la RSSSF, considerando en su ranking histórico de clubes sudamericanos a la Copa Libertadores y la Intercontinental como competencias de "Nivel A", y al resto de los trofeos que la CONMEBOL pusiera en disputa como de "Nivel B". ¿Antojadizo? Puede ser. Aunque también lo es meter en la misma bolsa a torneos que, más allá de su "oficialidad", no tienen casi nada que ver entre sí ni con otros que se juegan en Europa.
(*) redactor de Perfil.com