¿Festejar? Claro que sí: es válido alegrarse y dar la vuelta por un título merecido, en el que compitió con todas sus fuerzas después de una humillante, vergonzosa y temprana eliminación de la Copa Libertadores en manos de un equipo peleado con su entrenador y con internas entre sus jugadores.
Si el hincha de fútbol tiene poca memoria; el de River tiene amnesia total, sumada a una alta dosis de caradurismo, obsecuencia y mediocridad. Tres fechas atrás, un estadio al que le sobraban claros y le faltaban espectadores recibía con maíz y pañales a un equipo muerto en vida.
Sin olvidar banderas del estilo "yo doy la vida, ustedes no tienen vergüenza", "jugadores mercenarios", "ladrones de ilusiones" que acompañaba cantitos hostiles hacia el sincero Ahumado (el del silencio atroz) y el desamorado Carrizo.
Si Boca no caía ante Fluminense seguramente Aguilar y compañia hubieran retrasado la fiesta algunos días más. Si bien el folclore es bienvenido, ¿con que autoridad moral un Ahumada, un Buonanotte pueden portar una remera en clara burla a Boca?
El doctor, con una banda roja cruzando su blanco guardapolvo me pide que diga "33": lo aceptó hidalgo, me la banco. Era Borocotó...que algo sabe de panqueques.