En marzo de 1985, en Parma, Italia, se enfrentaron dos equipos cuyos integrantes formaban parte de las troupes de dos películas que se estaban filmando en aquel momento: Saló o las 120 jornadas de Sodoma y Novecento, dirigidas respectivamente por Pier Paolo Pasolini y Bernardo Bertolucci. Fue un partido al mismo tiempo intrascendente y trascendente, inservible y fundamental para la vida de los que participaron de él.
Bernardo y Pier Paolo estaban distanciados. Bernardo había sido alumno dilecto de Pier Paolo y ayudante de dirección en su primer largometraje, Accatone. A su vez, el alumno correspondería al maestro llamándolo a colaborar en el guion de su primera película, La cosecha estéril. En 1972 Bertolucci había estrenado El último tango en París, y a su amigo Pasolini no le había gustado. Por esos años los intelectuales y los artistas sentían que no decir lo que pensaban significaba traicionar al espectador, al lector, al arte y a sí mismos. Pasolini había escrito una crítica desplumando a Ultimo tango y por ende a su autor, y Bertolucci se había ofendido, rompiendo relaciones.
Hasta que en 1975 la actriz Laura Betti, amiga de Pasolini y actriz de Bertolucci en Novecento, que se estaba rodando en aquellos días en Parma, tuvo una idea genial: seleccionar de entre los actores y técnicos del film a los futbolistas más aptos y retar a la producción de Saló o las 120 jornadas de Sodoma, que también se estaba rodando en aquellos días en las cercanías, a un partido de fútbol.
El encuentro tuvo lugar el 16 de marzo de 1975, el mismo día que Bertolucci cumplía 34 años, en una cancha de la Ciudad Universitaria de Parma, y el resultado fue una victoria de Novecento sobre Centoventi por 5 a 2 (aunque Bertolucci se ocupara desde entonces a decir que habían ganado por 15 a 12). Pasolini, que amaba el fútbol y jugaba bien, era famoso por saber asistir a sus compañeros, pero no por convertir goles. De hecho, el 2-0 inicial a favor de Centoventi se había conseguido con dos asistencias de Pasolini. Pero muy pronto Pasolini quedó fuera de juego y tuvo que abandonar el campo. Y tal vez por eso Novecento consiguió remontar primero y luego apabullar a su rival.
Las camisetas de Centoventi eran meras copias de la del Bologna, del que era hincha Pasolini. Las de Novecento habían sido diseñadas por la vestuarista Gitte Magrini, y lucían el nombre del film sobre un fondo violeta. Y dos mujeres deambulaban por ahí registrando lo que ocurría: una era Laura Betti, que sacaba fotografías, y la otra era la esposa de Bertolucci,la británica Clare Peploe, que con una cámara de Super 8 registró imágenes en movimiento del encuentro.
La excusa de todo esto es que en Italia acaba de estrenarse Centoventi contro Novecento, de Alessandro Scillitani y Alessandro Di Nuzzo, un documental donde se recupera el material de Clare Peploe y Laura Betti, y se entrevista a aquellos actores y técnicos que participaron del encuentro. Uno de ellos dice a cámara: “Para Pasolini el mejor poeta del año era siempre el goleador del campeonato”. Un resumen del grado de compromiso y locura que despertaba en él Il Calcio.
Detalle encantador que revela uno de los entrevistados: pocos días antes del partido, Bertolucci hizo contratar a dos jóvenes tiracables que en realidad eran futbolistas del Parma. En una de las fotografías de aquel encuentro, donde posan los dos equipos, en falsa unión y amistad, se lo ve en un extremo: indudablemente se trata de Carlo Ancelotti, actual DT del Napoli.
El film se estrenó en Italia conmemorando un año de la muerte de Bernardo Bertolucci, el 26 de noviembre. Mes fatídico: el 2 de noviembre de 1975, apenas ocho meses después de aquel encuentro, Pasolini sería encontrado muerto, asesinado en un descampado de Ostia, cerca de Roma.