Una morocha cruza corriendo el stand de Red Bull. Tiene una gorra negra y anteojos. Todos se dan vuelta para mirarla y coinciden en que parece una promotora. Por la parte de atrás del stand, aparecen los pilotos de Volkswagen. Giniel de Villiers, Carlos Sainz y Mark Miller pasan desapercibidos entre la gente. Más atrás viene Nasser Al-Attiyah. Cuando la morocha ve al príncipe qatarí apura su marcha y se le tira encima. Le muestra la remera donde se lee: “I love Nasser”. Obviamente, el piloto para y se ponen a charlar. La chica le dice que es su ídolo y se preparan para sacarse una foto.
Después del incidente, Nasser se sienta y se predispone para hacer la entrevista. Su primera frase es obvia. “No puedo creer las mujeres que hay en la Argentina. Son todas hermosas y con mi cara, que se me acerquen es increíble. Cómo suma ser piloto”, le dice a PERFIL el hombre de Volkswagen.
—¿Por qué pensás que te quieren tanto en la Argentina?
—Los argentinos son fanáticos del automovilismo. En Córdoba tienen una enfermedad que no vi en ningún lugar del mundo. Cuando llegábamos con los autos de rally, se volvían locos. Encima, a mí me gusta hacer piruetas raras y eso le llegó a la gente.
—¿Qué te gusta de acá?
—Aparte de las mujeres y de la comida, soy fanático del mate. La primera vez que vi la yerba, pensé, como todos, que era droga. Es igual a la marihuana. El primero que probé no me gustó porque tenía azúcar, pero después me dieron uno amargo y me encantó. Ese mismo año me llevé 20 kilos para Qatar y cada vez que vengo, me armo un buen arsenal para llevarme.