Los dos respetaron sus saberes y rindieron honores a los méritos que hicieron de los dos equipos los posibles dueños genuinos del torneo Clausura, que en definitiva fue para Vélez en una final maculada por errores puntuales del árbitro Gabriel Brazenas.
De ello no tuvo la culpa Vélez, que tuvo la gestión más dura de tener que ganar y que jugó con el empate como un péndulo filoso sobre su cabeza durante todo el partido.
Jugó tal cual lo hizo en todo el campeonato, con un medio campo que sabe achicar y presionar, con soltura de sus laterales Papa y hoy más Fabián Cubero que Gastón Díaz, y con arremetidas de sus delanteros, hoy no tan afinados.
En la ruleta de equivocaciones de Brazenas, el que sacó la mayor cantidad de números fue Huracán, porque el gol de Maximiliano Moralez fue tras una infracción de Larrivey a Monzón, porque Eduardo Domínguez hizo un gol lícito y solo le dio a su favor un penal no cobrado de Arano a Cubero.
Huracán, que meses atrás más allá de las fronteras sentimentales de sus hinchas solo reflejaba indiferencia se fue convirtiendo en el equipo del pueblo, y cuya gente soñó con celebrar a lo grande, con el fútbol que siempre abrazó.
Ese sello, Huracán lo mantuvo hasta el último minuto. Si cuando las esperanzas se escurrían por las grietas de un tiempo acotado buscó de manera prolija el arco contrario. Fue el mismo que buscó tener la pelota en su poder, que se desmarcó y que buscó toda vez que pudo franquear la marca de los volantes velezanos.
Así como Ricardo Gareca cumplió con su esquema, más táctico y en base a la solidez en la contención para luego atacar, que lo puso como el equipo menos perdedor en el torneo, cumplió Angel Cappa con su pregón estratégico del jugar bien como sendero lógico a una celebración.
Enorme fue el trabajo de Víctor Zapata y de Franco Razzotti, repatriado desde el Perú nada menos que para reemplazar a Leandro Somoza, el as de espadas hasta hace seis meses. Ni que hablar del zaguero Nicolás Otamendi, una de las grandes revelaciones de este torneo que lo pusieron precozmente en el seleccionado, y del aporte del incorporado Maxi Moralez en este Vélez campeón.
Podrá sentir ahora el hincha de Huracán si es verdad que ya estaban hechos con lo que el equipo les dio en estas diecinueve fechas. Solo ellos sentirán en su interior si hay lamentos, angustias o agradecimientos eternos por ver otra vez al equipo desparramando el fútbol que les parecía añejo, más allá de que el trofeo quede en otras dignas manos.
Con Mario Bolatti, convertido en 5 de lujo, con Pastore y Defederico prestándose la pelota sin sortearla, sin un nueve goleador, con un joven Monzón que hoy sumó más méritos con el penal atajado al uruguayo López, Cappa armó un Huracán impredecible para propios y extraños. Vélez sumó así su séptimo título a nivel nacional y es un gran campeón. Huracán estuvo a diez minutos de cerrar con un festejo un torneo al que le regaló gran parte de su brillo.
(*) Agencia DYN