Florencia Chagas podría validar aquella frase, repetida en los últimos años, que afirma que el futuro del mundo es de las mujeres. No sabemos si el mundo estará en sus manos, pero buena parte de la historia del básquet femenino argentino, sí.
La base-escolta, de apenas 19 años, nacida en la provincia de Buenos Aires y de destacada actuación en la Selección, se convirtió esta semana en la primera jugadora del país que competirá en la NBA femenina.
Elegida en el draft para jugar en Indiana Fever, la bonaerense aseguró estar “soñando con los ojos abiertos”. Es un sueño y también una película que la tiene –a ella y a su historia– como protagonista.
La joven se inició en Casa de Padua, un club del Oeste en el que cuentan que, con 12 años, jugaba con varones más grandes. Luego pasó por Vélez, Indios de Moreno y Berazategui.
Pero si hay que trazar un año y un lugar bisagra en la vida deportiva de Chagas es Bahamas 2017. Allí se destacó en un campus internacional, fue nombrada la MVP del All Star y empezó a recibir propuestas de clubes de diferentes países europeos y también de universidades de Estados Unidos.
Chagas tenía apenas 16 años y tomó una de las decisiones que le cambiarían la vida: decidió irse al Empoli de Italia y alejarse de su familia.
“Siempre tuve claro que debía aguantar y seguir, por más que estuviera triste o mal”, contó estos días.
Se lo contó en detalle al sitio oficial de la Confederación Argentina de Básquetbol (CAAB): “Se me cruzaron cada paso que di en mi carrera, desde mis inicios, pero sobre todo los más difíciles, cuando tomé la decisión de dejar mi casa a los 16 años para venirme a vivir a otro continente, a otro país, con otro idioma… Viví cosas difíciles, la pasé mal, pero nunca aflojé. Sabía lo que quería, cuál era mi objetivo”.
Florencia comentó que había tres equipos que querían contar con sus servicios, pero explicó que no tenía la certeza de que pudieran elegirla. Finalmente la franquicia de Indiana decidió sumarla a su plantel. “Mi agente me contó que había un equipo, incluso, que me había puesto en una lista corta. Me dijo que era una oportunidad que teníamos que aprovechar”, puntualizó.
Ahora tocará adaptarse al juego y la dinámica de la NBA femenina. “Es otro básquet, bien americano, con un ritmo más veloz, con más corrida y tiros. Lo veo y lo noté cuando enfrenté a jugadoras en campus internacionales que realicé. En Europa se juega más pausado, pensado, con menos vértigo. Yo creo que puedo jugar, aunque deberé hacer una adaptación, como hice en Europa cuando llegué desde Argentina”. El tiempo, como siempre, dirá.