Ya lo sabíamos, pero ayer volvió a quedar demostrado: Racing está partido. Es un equipo dual, ambivalente: brillante arriba y frágil abajo. La victoria contra Gimnasia lo homologó una vez más: sus hinchas festejaron y ovacionaron a Lautaro Martínez (autor de un golazo), Lisandro López o Marcos Acuña (salió lesionado); pero sufrieron, sobre todo en el segundo tiempo, por el avance del Lobo, que mereció empatarlo. Fue, en definitiva, 1 a 0 para La Academia, que ya empezó a sufrir la ausencia de su nueva joya.
Por una u otra razón, Racing no puede contar nunca con sus tres delanteros principales. Primero se lesionó Licha López, que estuvo varios meses sin jugar. Martínez no estuvo en la derrota contra Temperley la semana pasada. Y ayer el que se ausentó fue Gustavo Bou, con una sobrecarga muscular. En los próximos encuentros, para colmo, el que volverá a faltar será Martínez, una de las figuras que tendrá el juvenil en el Mundial de Corea del Sur.
El triunfo de ayer le sirvió a Racing para ocupar momentáneamente un lugar en la clasificación a la Copa Libertadores del próximo año.
El gol de Martínez, que conectó una hermosa volea cuando estaba alejándose del arco tras un centro desde la izquierda de Insúa, estuvo precedido de varias situaciones, casi todas protagonizadas por el joven delantero, por Acuña y por el arquero Alexis Martín Arias, que salvó a Gimnasia varias veces.
El Lobo reaccionó en el segundo tiempo gracias al ingreso de Brahian Alemán (ocupó el lugar de Luciano Perdomo) porque ganó un poco más en el manejo de la pelota y también porque Racing no encontraba ritmo. A Gimnasia le costó generar situaciones de gol, salvo ese cabezazo de Manuel Guanini, a los 20 minutos, que pegó en el palo derecho del arco de Agustín Orion.
De a poco, Racing recuperó la posesión, y con un Gimnasia desacomodado en defensa tuvo un par de ocasiones para ampliar la diferencia. Pero ni Brian Fernández ni Mansilla pudieron concretarlas. Poco importó: lo más difícil ya estaba hecho.