En un gobierno que hace de la lucha contra las corporaciones una bandera, los programas de impulso al consumo, como los que viene anunciando la Presidenta cada semana, son música para los oídos de un gigante de los alimentos como Molinos Río de la Plata. La compañía de la familia Perez Companc espera que esos fondos se vuelquen mayormente a consumo y traccionen un repunte de sus ventas, que caen hace un año, según detalló esta semana al presentar su plan de negocios para el año.
De acuerdo con la compañía, la demanda de alimentos y bebidas cumplió un año de caída en febrero, pero en marzo hubo una luz de esperanza, “un atisbo de mejora”, según directivos que mostraron datos propios y de consultoras privadas.
El gran interrogante para la empresa, y para el consumo en general, es si este año cortará el ajuste de los bolsillos en 2014, y tendrá un cierre “algo”positivo, o si se mantendrá la caída. Para ello, dependen de cómo cierren las paritarias, qué efecto tenga el recambio político y cómo reaccione a ello la confianza del consumidor.
Sin embargo, más allá de esas variables, el aumento de las jubilaciones, la asignación universal por hijo, y el alza en el plan Progresar, pueden terminar como ingresos de la compañía, ya que traccionarán una mayor demanda de alimentos básicos.
Molinos factura unos US$ 3 mil millones por año, de los que unos US$ 2 mil millones surgen de su producción agrícola (con un retorno del 4%), y el resto de su venta de productos en supermercados, que le dejan un margen de ganancia del orden del 17%.