Rafaela vuelve a sentir el embate de la crisis, producto de un freno en el consumo que comenzó en marzo de 2008 y parece no terminarse. La economía regional no se recuperó luego del conflicto entre campo y Gobierno, que prácticamente jaqueó el entramado productivo rafaelino, colonia agrícola-industrial donde las principales exportaciones son precisamente, las de leche en polvo, que trabadas una y otra vez por las erráticas medidas del Gobierno, fueron las únicas del conglomerado exportador local que bajaron su volumen de ventas al exterior durante el último año.
El comercio es, sin dudas, el sector más afectado por la crisis, que llega justo a pocos días de la Navidad y afecta especialmente al rubro de los servicios. Una recorrida de Perfil.com por el microcentro de esta localidad ubicada a 90 kilómetros de la capital santafesina y a 530 de Buenos Aires, despejó toda duda sobre la recesión que golpea a Rafaela, la ciudad modelo de Cristina Fernández.
"En nuestro negocio las ventas cayeron muchísimo en relación al año pasado", destaca Amalia, gerenta de un moderno negocio de ropa, uno de los rubros más populares del comercio local. " La situación es totalmente diferente esta Navidad a la del 2007, en especial en cuanto a la disponibilidad de plata. Mientras que el año pasado con exhibir nuestra mercadería en la vidriera ya alcanzaba para estimular la venta, hoy tenemos que recurrir obligatoriamente a descuentos en los precios para poder vender", reconoce y agrega: "Hoy el secreto de la venta está en los precios bajos".
Las palabras de Amalia parecen ser un verdadero manual de instrucciones, en especial en los negocios del rubro. Mientras que el microcentro cuenta en 500 metros con varias decenas de negocios de venta de ropa, en cada vidriera existe una cuidadosa exhibición de precios e invitaciones de oferta. Descuentos del 10, 20 y 30 % son las promociones más comunes. Ni siquiera los negocios más caros y exclusivos evitan la estratagema: en la tradicional sastrería Bari, que desde hace varias décadas vende las más exclusivas prendas para hombre, admiten que "la gente compra muchos menos que en el año pasado", y que "el que en la navidad del 2007 se llevó una campera de cuero para regalar, ahora probablemente se lleve una camisa", destacando que, aunque continúen optando por la alta costura, los compradores son mucho más cuidadosos con el gasto. Inclusive, el local de ropa femenina "Silvana" exhibe una curiosa leyenda: "crisis=oportunity", exhortando en perfecto inglés a aprovechar las ofertas que nacen de la crisis. A su lado, un cartel que indica "Lovely price" invita al cliente potencial a consultar en el interior.
Uno de los primeros recortes de un consumidor cauto es la comida en restaurantes. Daniel Buffa, el titular de Cyrano -uno de los principales bares del microcentro- se anima a ponerle un número a la recesión. " Las ventas cayeron un 40 por ciento. Eso lo puedo afirmar sin miedo porque es muy evidente. Desde que empezó el conflicto entre el campo y el Gobierno, las ventas vienen en picada". Según Buffa, la tendencia a gastar menos de los consumidores queda clara porque "en nuestra sucursal ubicada en un supermercado, donde los precios son más bajos, desde el café hasta la comida, la venta es mucho mayor que en nuestra casa central. Es que la gente ya no busca calidad sino precios bajos, la tendencia se revirtió con respecto a otros años en estos últimos meses".
De este modo, el empresario explica la crisis asegurando que "el problema es que se frenó no tanto el consumo de los que viven en la ciudad como de los que son de los pueblos cercanos: productores, viajantes de comercio, familias. Ellos son uno de los principales grupos que sostienen la economía de servicios en la ciudad".
La misma hipótesis tiene Sergio, un remisero que desde hace diez años recorre las calles de la ciudad. "La cantidad de viajes bajaron entre 30 y 40 por ciento en este último tiempo. La gente cuida mucho la plata y tiene miedo, y como hay crisis entonces recorta los gastos de servicios. Y el remis a veces es un lujo que no se permiten", explica. "La gente del campo y de los pueblos son nuestros clientes que mejor pagan. Y son los que en este tiempo dejaron de viajar".