Recuperada la calma en el mercado cambiario, también los ánimos entre los funcionarios del Palacio de Hacienda y del Banco Central se apaciguaron en los últimos dos días. Sin embargo, el rally del dólar a principios de semana expuso diferencias, dejó heridos y abrió perspectivas de cambios. En el ojo de la tormenta, previsiblemente, quedó el titular de la entidad monetaria, Federico Sturzenegger, criticado por su ortodoxia y blanco también de la oposición.
No es la primera vez que el funcionario queda en una posición incómoda: apenas asumió la presidencia de la entidad, el fuerte choque con los bancos por los contratos de dólar futuro le valieron los primeros cruces con el titular de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. Las diferencias entre ambos se profundizaron desde la semana pasada a medida que el dólar escalaba y, mucho más alineado con los objetivos inmediatos de Casa de Gobierno, el ministro resultó respaldado en su postura de frenar el alza del billete con una política más enérgica y evitar el “precio de pánico” de $ 16. Ahora se especula con que para mejorar la coordinación de políticas y estrategias entre ambos, el recientemente designado jefe de asesores económicos, Vladimir Werning, se active también como enlace entre el Palacio de Hacienda y el BCRA.
Werning era hasta enero el director ejecutivo para América Latina del JP Morgan, donde desarrolló toda su carrera durante los últimos 20 años. Convocado por Prat-Gay, se sumó al equipo económico a principios del mes pasado y en el Central quedaron a la espera de que se lo designara en la función que alguna vez cumplió el ex negociador de la deuda, Guillermo Nielsen, en los tiempos de Jorge Remes Lenicov y Mario Blejer. Pero esto aún no ocurrió.
Los dardos lanzados a Sturzenegger en los últimos días alcanzaron también a su jefe de operaciones, Demian Reidel, a quien muchos en el mercado le cuestionan el alto costo de su estrategia de intervención más allá de la suba del dólar, pero lo ven al mismo tiempo como una garantía de independencia del Banco Central. Quienes lo conocen aseguran que carece tanto de compromisos políticos como de ambición de desarrollar una carrera pública, lo que lo convertiría en menos permeable a requerimientos de la política. Pese a esto, el propio Reidel admitió en una reunión privada que acató la orden de dar un giro para, según sus palabras, “intervenir a lo Prat-Gay”.
En cualquier caso, desde el Gobierno se intenta bajar ahora el tono de lo que consideran “matices”. “Que el presidente del Banco Central quiera devaluar y subir la tasa de interés mientras que el ministro de Economía quiere hacer todo lo contrario, como pasaba con Fábrega y Kicillof, eso es una guerra. Esto es totalmente distinto”, aseguraron fuentes oficiales. Todos apuestan a la ‘pax verde’ tras la llegada de la cosecha y de los créditos que se abrirían tras el fin del default