Al calor del incontenible aumento de las importaciones de energía, que en los primeros cinco meses del año crecieron un 35%, el Gobierno puso en marcha una avanzada que podría decantar en una reestructuración del mapa petrolero en la Argentina.
La iniciativa, difundida a directivos del sector por Roberto Baratta, hombre fuerte del Ministerio de Planificación y álter ego de Julio De Vido, consiste en forjar el ingreso –vía modelo de farm in– de Enarsa y de nuevos inversores locales en yacimientos “con potencial” hidrocarburífero, a fin de frenar la declinación de la producción.
El descenso de la oferta se aceleró en el primer cuatrimestre: cayó un 4,8% en el caso del crudo, y todavía más en gas (-7,4%), según datos oficiales.
Como correlato, las importaciones de combustibles provocaron de enero a mayo –los últimos datos disponibles en la Secretaría de Energía– la sangría de US$ 3.014 millones, un 35,3% más que en el mismo período de 2012 (US$ 1.949 millones). Demasiado para una economía que piensa cada vez menos en verde y más en rojo por escasez de divisas.
El peso de esa empírica motivó en los últimos meses una apertura del juego por parte de los responsables del área energética y también de YPF. Miguel Galuccio, CEO de la petrolera, autorizó hace 15 días –ante la falta de inversiones para extraer shale gas en Vaca Muerta– a mandos medios de la empresa a consultar a directivos de la industria en busca de proyectos de exploración y producción en yacimientos convencionales.
Incluso el propio Galuccio se reunió con ex secretarios de Energía, como Alieto Guadagni y Daniel Montamat, enfrentados con De Vido, para garantizarles acceso a la información de YPF.
Baratta, en tanto, estuvo abocado las últimas semanas a la identificación de 39 concesiones petroleras “con potencialidad”, donde Enarsa buscará entrar, previa conformación de Uniones Transitorias de Empresas (UTE) con petroleras independientes y firmas nacionales para elevar el nivel de inversiones.
En la lista figuran desde campos menores sin producción hasta activos estratégicos para los grandes jugadores del mercado, como Loma La Lata (YPF), Cerro Dragón (PAE), El Trapial (Chevron), Ramos (Pluspetrol), El Tordillo (Tecpetrol) y Puesto Hernández (Petrobras).
Sin embargo, en la industria desconfían de la capacidad financiera de Enarsa, dado que la empresa estatal –inmersa en una evidente endeblez institucional tras la renuncia a la presidencia de Exequiel Espinosa– tiene a su cargo la importación de gas de Bolivia y de buques de LNG, que el año pasado costaron US$ 4.697 millones; una cifra sideral que no deja mucho resto para encarar otras actividades.
Suba de precios. Shell subió los precios de los combustibles en torno a un 2%, con lo cual se sumó a la ola de alzas iniciada el jueves pasado por la gubernamental YPF, que volvió a aumentar por segunda vez en una semana el precio de sus combustibles en algunas estaciones de servicio. Cabe recordar que el CEO de YPF, Miguel Galuccio, se despegó de la política de “precios máximos congelados” lanzada por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Con Shell, todas las marcas subieron sus precios.