Tras la brusca devaluación y el anuncio del levantamiento de las restricciones para la compra de moneda extranjera, el Gobierno nacional planea llevar a cabo una fuerte suba de tasas de interés desde la semana que viene, con dos objetivos: restar presión sobre el dólar y evitar una espiralización de la inflación. Tendrá un costo sacrílego para el modelo: por primera vez elige relegar crecimiento económico en un año que ya venía volando bajo.
El clásico ajuste de la economía argentina por falta de dólares se completará cuando el Banco Central, a cargo de Juan Carlos Fábrega, impulse desde el martes una suba de 600 puntos de las Letras que emite el organismo (Lebacs) para sacar pesos del mercado y que sirven de referencia para el costo del dinero de la economía.
La tasa pasará de 19,5 a 25,7 según comunicó la entidad ayer, que buscará asimismo seducir a los ahorristas que realizan depósitos en moneda local a través de una mejor retribución.
Si bien la tasa utilizada como referencia por el mercado (Badlar, que se paga por los depósitos de más de $ 1 millón) actualmente se encuentra en 22% –es decir, por debajo de la inflación real, estimada en torno al 30%–, fuentes oficiales destacaron que la distancia entre ambas se fue acortando y recordaron que hasta hace sólo dos meses, la tasa era de apenas 15%.
No descartan que siga un sendero todavía más al alza.
Fuentes del sistema bancario recibieron con agrado la noticia de suba de tasas que tanto había resistido Kicillof por temor a que se enfríe la economía.
Según señalaron en una entidad, el bajo nivel de tasas de esta semana junto con la fuerte devaluación que dejó abruptamente el tipo de cambio en $ 8 motivó la salida de depósitos por más de $ 200 mil que tenían como destino ir en búsqueda del llamado “dólar bolsa”, tal como se conoce a la operatoria por la cual se compra con pesos activos en dólares que luego son vendidos a cambio de divisas en efectivo.
También en dólares. Otra medida que tomó Fábrega, con larga experiencia en el mercado, es impulsar una suba de la tasa que los bancos pagan a sus clientes por los depósitos en dólares.
Esa retribución, que hoy se encuentra en bajísimos niveles en torno al 1%, esperan que se vea alentada a partir de la creación de una Letra del Banco Central en dólares en los próximos días.
Según este nuevo esquema, la autoridad monetaria licitará este nuevo instrumento ante los bancos con una tasa establecida y también un spread prefijado según diferentes plazos, para que luego los bancos paguen a quienes depositaron dólares un beneficio mayor.
A un año, el Central determinó una tasa de 4% y un spread –que se quedarían los bancos– de 0,6%, por lo que el ahorrista recibirá 3,4% de retribución, en lugar de sólo un 1%.
La medida, orientada a que los ahorristas mantengan los dólares dentro del sistema, no sólo descomprimiría la demanda de cajas de seguridad.
También busca que las divisas guardadas en el colchón regresen al sistema y a aliviar la liquidez de las entidades al tiempo que colaboran con los encajes de los bancos en el Central y, en consecuencia, la contabilidad de las reservas.
Davos: el FMI promete ‘ayudar’ al país
El vicedirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), el chino Min Zhu, aseguró ayer en el Foro Económico de Davos que la institución multilateral estaría “contenta” de ayudar a Argentina. “Estamos más que contentos de ayudar, y eso está muy claro”, declaró el directivo, que añadió: “Por supuesto estamos siguiendo la situación muy estrechamente”, agregó en referencia a la devaluación del peso, aunque recordó que no hay relación oficial con Buenos Aires desde 2004, según consignó un cable de la agencia Swissinfo.
Por otro lado, según informó la agencia estatal Télam, un puñado de grandes fondos de inversión que participaron de la reestructuración de la deuda argentina en 2005 y 2010 (“bonistas del canje”) formalizará la semana próxima el lanzamiento de un Grupo de Acreedores Ad Hoc que ofrecerá a los fondos buitre y holdouts de la Argentina negociar un canje de deuda entre privados. La iniciativa cobró forma a partir de la demanda de fondos buitre en la Corte de Estados Unidos, que mantiene de algún modo como rehenes a los bonistas que ven peligrar el cobro de los títulos vía Nueva York.
