La crisis internacional es tan profunda que las teorías económicas tradicionales están siendo puestas en duda por explicaciones heterodoxas y marginales que circulan profusamente gracias a los blogs, como explica una bien detallada nota publicada por The Economist, que FORTUNA incluye en su suplemento.
Esas teorías ponen el acento en el rol del Estado y cambian las funciones de instituciones como los bancos centrales, que, señalan, deberían preocuparse más por el empleo y el consumo que por la inflación y el valor de la moneda local. En ese marco, estas teorías otorgan a los funcionarios públicos un papel mayor, discrecional.
El problema es que a veces los funcionarios pueden equivocarse. Al final de cuentas, son humanos. Veamos un caso puntual protagonizado por el cada vez más poderoso secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. A mediados de diciembre, Moreno comandó una de sus habituales asambleas multitudinarias en el Mercado Central de Buenos Aires. Son eventos donde Moreno y sus colaboradores dialogan sin intermediarios con los distintos actores del Mercado Central. En un momento, uno de los participantes quiso saber por qué su esposa no podía conseguir una simple plancha. “Estoy con la ropa toda arrugada”, lamentó. Moreno tomó la palabra y, según testigos, explicó que él había cerrado la importación de planchas y que había gestionado un préstamo blando para que un empresario nacional se largara a construir esos artefactos sin competencia alguna. “Pero, no me cumplió; no hizo nada de lo que prometió. No se preocupen, que voy a volver a liberar las importaciones”, habría señalado el funcionario.
Probablemente, esas planchas sean importadas a un precio mayor, pero en este tipo de situaciones no importa quién paga el costo de estas decisiones equivocadas.
Esta anécdota podría indicar que no hay que exagerar el alcance de las teorías heterodoxas, como lo prueba el éxito económico relativo de países vecinos, con Brasil a la cabeza, que sigue avanzando en el ranking de economías del mundo gracias a una política económica basada en un trípode tradicional: estrictas metas de inflación, superávit fiscal primario lo más elevado posible y dólar flotante.
(*) Editor ejecutivo de Fortuna.