Las multinacionales estadounidenses que operan en la Argentina le trasladaron en las últimas semanas a los representantes de su Gobierno el pedido de apoyo político en la negociación con los fondos buitre y marcaron sus preocupaciones sobre la política interna: la inflación y la agilización del comercio exterior, donde el sistema de monitoreo de importaciones (SIMI) no termina de delinearse.
Según indicaron fuentes del sector privado, hubo un pedido para reunir apoyos políticos dentro de la administración de Barack Obama para cerrar definitivamente ese capítulo. Si bien las empresas norteamericanas aclaran que no condiciona inversiones, admiten que pueden demorarlas.
Esta semana visitó el país, el secretario de Asuntos Económicos y Comerciales de los Estados Unidos, Charles Rivkin, y la semana pasada había recibido a la embajadora Kristie Kenney, asesora principal del secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry. En reuniones con los privados, además del pedido por un respaldo del Tesoro en la negociación con los buitres, se pidió la agilización del comercio exterior.
El SIMI que implementó el Ministerio de Producción de Francisco Cabrera no terminó de definir la competencia de los distintos organismos que controlarán las importaciones, como el Senasa, el instituto de tecnología industrial o el de alimentos, entre otros. “No están las normas y sin embargo, hay intervenciones”, explicó el analista de comercio exterior, Miguel Ponce sobre las primeras semanas del SIMI. “Además, hay una lenta corrección de las licencias no automáticas que se aplicaron en sectores donde no hay producción local”, agregó.
La agilización del comercio es un factor de interés para las empresas estadounidenses que tampoco están del todo conformes, según indicaron en el entorno. Cabrera, por su parte, estuvo en contacto con las firmas porque además está haciendo un relevamiento de inversiones para el 2016. Según fuentes del sector, hay unos US$ 2 mil millones en desembolsos previstos aunque engloba inversiones ya anunciadas, como la de Dow Chemicals, anticipada en diciembre y que se reafirmó en Davos durante una reunión con Mauricio Macri. Aunque no todos son reclamos: una de las inversoras norteamericanas, General Motors, señaló en su último balance que tuvo una ganancia de US$ 60 millones con la última devaluación.
Las preocupaciones son compartidas por las empresas europeas. En el último informe presentado ante la comisión de valores de los EE.UU. –después del cambio de gobierno–, Telecom advirtió sobre “los cambios de leyes y condiciones económicas y de negocios en la Argentina” y otros factores como “la evolución de la economía en la Argentina, el aumento de la presión inflacionaria y la evolución del gasto en consumo”, este último punto, en declive.