Después de que se produjera el -hasta ahora- peor episodio en la prolongada crisis que sacude los mercados de Estados Unidos, la pregunta que ronda la cabeza de muchos analistas es si la mayor economía del mundo corre ahora el peligro de perder su primacía en las finanzas globales.
La sucesión de noticias alarmantes pareció no tener fin este lunes: Lehman Brothers Holdings Inc, el cuarto mayor banco inversor estadounidense, declaró la mayor quiebra en la historia del país; Wall Street sufrió su peor caída desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, y el Bank of America anunció la compra por 50.000 millones de dólares del Merrill Lynch & Co, otro banco inversor de referencia.
Entre tanto, podría estar avecinándose un nuevo drama en lo que el director del Bank of America, Kenneth Lewis, consideró un " problema mucho mayor" para la industria de los servicios financieros: la potencial quiebra del gigante de los seguros American International Group Inc (AIG).
Lewis admitió la prevalencia de una cultura de "codicia" entre inversoras y bancos, que optaron por reducir las reservas de capital e incurrir en deudas mayores para aumentar sus beneficios. La falta de reservas hizo que los bancos fuesen incapaces de lidiar con un aumento de morosidad producido por el derrumbe del mercado hipotecario, y las autoridades no acertaron a percibir las señales que advertían el proceso.
"Por qué la industria no lo advirtió más rápido (...) es una cuestión que muchos de nosotros seguiremos pensando por un largo tiempo", declaró Lewis a la red de noticias económica CNBC.
Wall Street encajó así un severo "golpe de credibilidad" por lo que alguna vez fue visto como un pensamiento innovador en el mercado, destacó Sebastian Mallaby, experto financiero internacional y alto miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR). "La posición de Nueva York como principal centro financiero global está potencialmente en juego", añadió Mallaby: que la reputación de Wall Street se imponga a la crisis y salga intacta depender en parte de la gestión que los políticos lleven a cabo los próximos meses.
El colapso de Lehman Brothers se produjo después de que el Tesoro estadounidense se negara a garantizar su venta a otro banco, claro indicio de que el gobierno federal tiene una disposición limitada a sacar de apuro a los inversores a expensas del contribuyente para mantener el sistema financiero intacto.
La Reserva Federal (Fed) garantizó en marzo la venta por 29.000 millones de dólares de Bear Stearns, en ese momento el quinto mayor banco inversor del país, a su competidor JP Morgan Chase & Co. La semana pasada, el gobierno se hizo con los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac y puso a su disposición 200.000 millones de dólares.
La Fed también asumió durante el año importantes medidas para asegurar la liquidez de entidades inversoras e incluso aceptó los activos hipotecarios que se encontraban en el ojo del huracán crediticio. Pero la Fed debe ser cuidadosa y evitar poner en juego una porción demasiado importante de sus reservas. Una exposición desmedida a la crisis crediticia podría generar desconfianza en inversores y gobiernos internacionales e incitarlos a quitar sus intereses en Estados Unidos, lo que desencadenaría además un derrumbe del dólar.
"Nos preocupa que la hoja de balance de la Reserva Federal se vea lastrada por activos de mala calidad", señaló Benn Steil, de CFR. En el caso de Lehman, el gobierno consideró que los inversores habían tenido suficiente tiempo como para ajustarse a la nueva realidad del mercado.
A diferencia de lo que ocurrió con Bear Stearns, el hundimiento de Lehman fue un largo proceso que se venía anticipando desde hacía semanas, añadió Steil. Lewis reconoció que el sector financiero estadounidense tendrá que asumir cambios "radicales" si pretende mantener su credibilidad en el futuro, comenzando por simplificar el mercado de valores que generó mayores beneficios pero expuso a las empresas a riesgos desmedidos que fueron ignorados o, sencillamente, no etectados a tiempo.
" Pasamos una edad de oro. Ser mucho más duro" en el futuro, sentenció Lewis al anunciar la compra de Merrill Lynch este lunes: "Habrá menos compañías y tendremos que ser mejores en lo que hacemos".