La decisión de YPF de renunciar a la Cámara de la Industria del Petróleo desató una guerra sin precedentes entre la compañía hispano-argentina y Shell, de capitales anglo-holandeses. Al dar el portazo, YPF alegó que los intereses de la Cámara no coincidían con los de la empresa. El conflicto de pesos pesados de la industria siguió con una carta en la que Juan José Aranguren, CEO de Shell, le exigió explicaciones al de YPF, Sebástian Eskenazi. La misiva nunca tuvo una respuesta.
"Con la carta que envié, Eskenazi podría haberme respondido pero pateó la pelota afuera", afirmó Aranguren a la revista Fortuna, al tiempo que agregó que el CEO de YPF "no está dispuesto a hablar, es inseguro". La respuesta a las declaraciones de Shell no tardaron en llegar: "No queremos entrar en la polémica a la que nos quiere llevar Aranguren", resumió el vocero de YPF, Sergio Resumil. Y remató: " El señor Aranguren es una máquina de fabricar culpables para su propio fracaso".
En el medio de la escalada verbal, se coló el tema de los dividendos empresariales, algo que el ex presidente Kirchner trajo a colación para atacar a Techint hace unas semanas. Shell apunta a YPF por remitir casi la totalidad de sus más de 23 mil millones de pesos invertidos en dividendos para sus accionistas, dejando en el país poco y nada; mientras que se diferencia al sostener que ellos invirtieron 678 millones y no remitieron ningún dividendo a sus accionistas.