Los números que arroja la cosecha que se está levantando provocan escalofríos: 2009 parece, hasta ahora, el año en el cual hasta la soja viró 180 grados a la hora de dar respuestas económicas. Y es que al maltratado 'yuyo' casi no le quedó resto para llegar con productividad aceptable al final del ciclo.
Curiosamente, en la campaña en que batió récords de superficie sembrada, se derrumbaron los rindes del principal producto de exportación del país, como impensada respuesta a una conjunción de adversidades que, con la sequía como eje, encontró a su principal enemigo en la obstinación y el encono oficial, cuyos actores no dejaron nada por hacer a la hora de dificultar el normal desempeño comercial de la oleaginosa en el mercado.
La vigencia inamovible de una alícuota de retenciones que sigue en un confiscatorio 35 por ciento tomó la punta a la hora de marcar el territorio entre productores y Gobierno; otra parte relevante la aportó la maraña operativa que dispuso la ONCCA para cualquier ejercicio de libre comercio que se intentara y el resto estuvo directamente emparentado con el clima hostil que se abatió sobre vainas que, a pesar de todo, se mostraban prometedoras en materia de rendimientos.
La consecuencia inmediata de la aparición simultánea de semejante cantidad de cuasi plagas sobre la siembra sojera fue un recorte fenomenal en los volúmenes de cosecha que se proyectaban, que no pocos ya habían hecho punta rebajando a los niveles históricos más bajos desde fines de los '90.
Lo cierto es que esta vez, hasta el 'yuyo' se rebeló per se y muestra ese escenario en momentos que las plazas mundiales aprovechan de maravilla en materia de cotizaciones: al caer estrepitosamente la cosecha sudamericana de soja, los precios suben sin parar y llegan al valor más alto del último semestre determinando, incluso, fuertes intervenciones de fondos que, esta vez, no saltarán el cerco con la facilidad que lo hicieron en otras ocasiones. Esta vez no les conviene y se quedarán posicionados en soja, excepto que aparezca algún otro commoditie que, escapando a la crisis global, la desplace del escenario comercial.
Además, éramos pocos y...el Gobierno decidió dar un golpe de timón que, en este caso, involucró a los industriales del sector, al eliminar la reducción fiscal que facilitaba el ingreso de soja importada de los países vecinos, bajo el argumento de favorecer el precio que perciben los productores locales. La intención apuntaba hacia otro objetivo: apresurar ventas de la oleaginosa que los chacareros guardan desde el año pasado, además de incrementar la oferta de la que están trillando y ofrecen con cuentagotas en el circuito local.
No sólo se afectó a la industria molinera, que ahora padece la falta de mercadería por esta cuestión y por la menor cosecha interna, sino que el recorte en los ingresos afectará tanto al campo como a las arcas fiscales. Todo al mismo tiempo y a dos meses de las elecciones.
Las perspectivas, además, tampoco son alentadoras cuando resta trillar casi el 50 por ciento de la siembra de este ciclo: los rindes son alarmantes, con un promedio de 2,0 toneladas por hectárea, 30 por ciento por debajo del ciclo anterior y alejado de la media histórica. No hay región que se salve a la hora de contabilizar las caídas, incluyendo el NOA, el NEA, los núcleos norte y sur y la pradera pampeana, entre otras. Todas provocan escalofríos y, como dicen los analistas históricos, 'si los productores no lloran ahora...quizá no lo hagan nunca...' De cara a este escenario, quedan pocas dudas respecto de que 2009 será recordado, entre otros desencuentros, como el año en el cual hasta el 'yuyo' se rebeló contra las políticas oficiales. Aunque no fue la excepción dentro del espectro granario productivo, que mostró un derrumbe sin precedentes, pero ése, es otro tema.
(*) Agencia DYN