ECONOMIA
Entrevista

Guido Sandleris: “Los economistas tienen algunos datos mal en su previsión de inflación del año"

El jefe de asesores del ministro Dujovne dice que los analistas sobreestiman subas de tarifas y que el costo de vida cederá. “No somos un gobierno testimonial”, asegura.

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ACTIVIDAD. Sandleris cree que se crecerá un 3,5% este año. | Sergio Piemonte

“Soy el que les explica la macro y lo fiscal a los inversores”, dice Guido Sandleris para describir qué hace como jefe de asesores del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. En diálogo con PERFIL, aseguró que no hay riesgos de crisis y que, pese a los últimos datos, “la inflación va a seguir bajando”. “Los analistas están sobreestimando la inflación por asimetría de información”, explicó.


—¿Se ameseta la actividad económica?
—No hay que preocuparse en lo que tiene que ver con actividad económica. Estamos muy bien. El año 2018 va a ser mejor que 2017, que a su vez fue mucho mejor que 2016. El año pasado la economía creció apenitas por debajo del 3%, este año va a crecer más todavía, cerca de 3,5%.


—¿Aún hoy ese número es viable?
—Está totalmente vigente. Los primeros datos de enero son alentadores y positivos. Llevamos seis trimestres hasta fin de 2017 que la economía crece. Y van a ser siete con este trimestre que viene bien. Es el período más largo de crecimiento en seis años. Han pasado dos años y se están viendo los resultados de una revolución silenciosa en la economía argentina.

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—¿A qué se refiere?
—Pasan muchas cosas que no van a la tapa de los diarios en sectores que cobran dinamismo: el litio, energías renovables, Vaca Muerta, energía solar en Jujuy, la energía eólica en la Patagonia, turismo, el sector aeronáutico.


—Pero eso puede parecer marketing. ¿Cuál es el peso en el PBI?
—Estamos acostumbrados a ver el campo, algo de industria y construcción. Esos sectores están bien. Pero está también la revolución silenciosa. No tengo cálculos de PBI. Vaca Muerta es el más fácil, porque anunciaron casi un punto del PBI de inversión en tres años.


—En paralelo, varios economistas advierten que vamos a una crisis dado el ritmo de endeudamiento.
—El camino más directo que tiene un país como el nuestro para ir a una nueva crisis es tener un déficit fiscal que crece todos los años y se vuelve insostenible. Eso heredamos. Y eso es lo que enseguida atacamos y cambiamos. El déficit de 2016 fue 4,3% del PBI. El de 2017 fue de 3,9 y la meta de este año es 3,2%. Reducir el déficit es una prioridad para converger al equilibrio fiscal y asegurarnos que la Argentina no va a tener una nueva crisis como las que le tocó vivir. La historia de una crisis cada diez años terminó. Estamos haciendo todo para eso.  Pero también hay que mejorar la infraestructura, bajar la presión tributaria y no afectar el gasto social. Para hacer todo eso a la vez, tengo que ser gradual.


—¿Y la deuda?
—La contracara de ser gradual es que tenés que financiar el déficit. Antes era con emisión monetaria e inflación. Este gobierno ha avanzado en ir disminuyendo el financiamiento monetario del déficit y la inflación. La forma de financiar el déficit es con deuda. Pero está totalmente controlado y pensado el sendero de endeudamiento que vamos teniendo, de forma tal que en ningún momento eso nos lleve a una crisis. Si cumplimos las metas fiscales, la deuda con acreedores privados nunca va a pasar de ser 36% del PBI. Eso es bajo comparado con la región y con la historia argentina.


—¿Comparte que muchas veces estos planes terminaron mal?
—Hay que entender que este no es ni un gobierno ni un programa económico testimonial, que dice “hago el ajuste y no me importa nada” y diez días después te tenés que ir porque no entendiste. Este gobierno vino para cambiar cosas de fondo de cómo funciona la economía argentina.


—Que el dólar llegue a $ 20 en poco tiempo generó incertidumbre.
—Hoy tenemos tipo de cambio flotante. La paridad peso dólar cambia todos los días y el Gobierno prácticamente no se mete. Yo no tengo recuerdo de dos años con la Argentina con tipo de cambio flotante. Es un sistema distinto del que estamos acostumbrados.


—Pero lo dice como si no impactara en los precios.
—En algunos bienes se va a trasladar, en otros no. No hay ninguna razón por la cual los argentinos no podamos vivir en normalidad macroeconómica.


—Los analistas están corrigiendo al alza su previsión de inflación.
—Pasan varias cosas. La inflación del año pasado fue más alta de lo que era la meta. Es lógico que tomando el punto de partida del año pasado, hayan hecho esa corrección de sus expectativas. Son cambios en el margen. Estamos ahí.


—¿Con 20% de inflación salen hechos?
—El mandato que dio el Poder Ejecutivo al BCRA es que cumpla la meta de 15%. Se cambió para que sea creíble y sea accesible.


—¿Es creíble ahora?
—Estamos ahí. Los economistas esperan cuatro puntos más que la meta. Estás ahí. Es un par de cositas.


—¿No están corrigiendo para arriba?
—La inflación núcleo en enero fue 1,5%, y sorprendió por lo baja. Los analistas tienen algunos datos mal en sus previsiones para el año, por asimetría de información. Están sobreestimando aumentos en regulados. Cuando se den cuenta de que están equivocados, van a corregir. La inflación va a seguir bajando, no tengo dudas.

“Se encarece un poquito el crédito”
Como parte de un equipo económico que optó por financiar con deuda externa una reducción gradual del déficit, Guido Sandleris cuenta que siguió de cerca los sacudones de los mercados financieros de la semana pasada. Pero cree que no hay riesgo de un crack internacional, aunque admite el impacto de una suba de tasas internacionales para la Argentina.
“A nivel de actividad económica todos los datos del mundo son positivos, pero asociadas a ese crecimiento, hay ciertas expectativas de que ese largo período de tasas de interés internacionales bajas está llegando a su fin”, analiza el ex profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. “A nosotros, que todavía necesitamos financiarnos, eso nos encarece un poquito el crédito”, reconoce. “Pero no vemos nada que haga pensar que estamos en la crisis de 2008”, advierte, y cruza los dedos.
Eso sí. Sabe que la estrategia de bajar “de a poco” el déficit y cubrirlo con deuda lo expone al Gobierno al riesgo de que quienes le prestan por algún motivo dejen de hacerlo. “Pero los años más vulnerables ya pasaron”, parece respirar aliviado.