The Economist , la prestigiosa revista económica leída en todo el mundo, realizó ayer una implacable crítica a los cinco meses de gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, sus observaciones sobre la economía de nuestro país vienen, desde hace tiempo ya, llenando sus páginas.
Fue un artículo publicado el 22 de marzo, titulado “La tortuga y la liebre”, en el que se comparaba el vertiginoso crecimiento de la economía argentina con el prudente progreso de la brasileña, el que provocó el enojo del Presidente del Banco Central, Martín Redrado, quien escribió una carta de lector realizando un descargo por las críticas allí vertidas.
“Tome dos economías vecinas, ambas fuertemente dependientes del precio de las commodities para hacer que sus cifras comerciales se vean bien. Dé a uno una política monetaria ortodoxa, vea cómo abraza inversiones extranjeras y su moneda flota. Entregue la otra a inconformistas que han recurrido a controles de precios, prohibiendo o gravando las exportaciones y mintiendo de manera fea sobre el índice de inflación. ¿El resultado? El pillo -Argentina- continúa creciendo a un devastador 9%, mientras que en contraste el educado Brasil crece lentamente”, comienza diciendo la nota.
“¿Es tiempo de reescribir los manuales de economía? A los argentinos les gustaría pensar que sí. Pero hay signos de que Brasil puede, todavía, salir primero”, prosigue, con ironía, el análisis, ilustrado con una caricatura en la que una liebre con una remera argentina cae por un precipicio en su apuro por crecer ante la atenta mirada de una precavida tortuga con caparazón brasileño.
Allí se argumenta que Brasil está mejor ubicado de cara al futuro debido a su baja y controlada inflación. Ese fue el punto que enojó a Martín Redrado: la inflación, un tema tabú en el Gobierno, que trata de ocultarla en base a manipulaciones. “Argentina, en contraste [con Brasil], se ha dispuesto a un aterrizaje forzoso. Cualquier caída en sus ingresos por exportaciones podría dañar su base impositiva, y su Banco Central difícilmente podría imprimir más dinero del que imprime ahora”, dice The Economist.
La respuesta de Redrado no se hizo esperar. En la siguiente edición del semanario (5 de abril), en la sección cartas salió publicado su descargo. “Su artículo sobre la economía de Brasil y Argentina no considera todos los aspectos detrás de la políticas económica argentina. De haberlo hecho, hubieran informado mejor en su análisis, notablemente en la declaración de que el Banco Central de la Argentina `difícilmente podría imprimir más dinero del que imprime hasta ahora´”, argumenta, al tiempo que aclara que "no tenemos un esquema de metas inflacionarias", como Brasil y Chile por ejemplo, ya que "nuestro compromiso es controlar el crecimiento de la cantidad de dinero", así como preservar su valor.
El sistema de metas inflacionarias comprende fijar cifras de aumento del índice de precios al consumidor y, en caso de traspasarlos, explicar por qué la inflación superó lo previsto. Este sistema plantearía un control más planificado y transparente de la inflación, pero habría que admitir su existencia, algo aún indigerible para la gestión CFK, que nada ha hecho por recuperar la confianza en las cifras oficiales. Lousteau habló de la necesidad de controlar la inflación y fue echado, por poner un ejemplo reciente.