ECONOMIA
Opinin

Modigliani & Stanislavski

La decisión de Ben Bernanke de inyectar más fondos a la economía de los Estados Unidos significa, en apariencia, una ráfaga de aire fresco para la Argentina, pero encierra un severo dolor de cabeza.

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La decisión de Ben Bernanke de inyectar más fondos a la economía de los Estados Unidos significa, en apariencia, una ráfaga de aire fresco para la Argentina, pero encierra un severo dolor de cabeza. Es cierto que con esta medida se termina de configurar un lapso de ocho meses de abundancia de capitales y dólar barato que se traduce en una avalancha de fondos hacia las economías emergentes. Hay mucho dinero en el mundo dando vueltas y no encuentra suficientes productos financieros que les genere seguridad y altos rindes a los inversores.

La apetencia por activos pasó por el petróleo, luego por el oro y otros metales, los commodities agrícolas, los bonos y las acciones de los países emergentes, aumentando el ingreso de capitales a esas economías, presionando fuertemente sobre su tipo de cambio y poniendo en jaque su competitividad.

Parece como si estuviera todo agotado, al punto tal que aquello que se consideraba como alternativa de un mercado de lujo extremo pasa a ser una opción más. Por caso, la subasta de una obra de Amadeo Modigliani en 69 millones de dólares en la primera venta del otoño boreal de la Casa Sotheby's en Nueva York es apenas una muestra.

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Lo curioso es que en la misma noche otra obra de Claude Monet fue adjudicada en 27 millones de dólares. Sin discurrir en consideraciones de la plástica o en apreciaciones pictóricas, los valores pagados no son frecuentes. El tiempo dirá si son episodios aislados o bien marcan una tendencia en tiempos de abundancia de fondos.

A pesar de ello, la Reserva Federal mantiene cierta cautela sobre la evolución de la economía de los EE.UU. Si bien es cierto que el desempleo orilla el 10 por ciento, también es cierto que la actividad económica marcha a un ritmo del 2 por ciento anual, lo cual no es poco para la salida de una crisis de la magnitud que tuvo la de 2008.

La impaciencia por la salida de la crisis ya tuvo su costo político para el presidente Barack Obama. También en opinión de expertos, la salida será lenta. Nouriel Roubini de reciente paso por esta ciudad dejó algunas reflexiones: "Vienen años de bajo crecimiento económico por muy bien que salgan las excepcionales y en ocasiones insólitas medidas de política fiscal y monetaria que se han puesto en marcha. Vienen años dolorosos por la resaca del alto endeudamiento público y privado en el mundo rico. La buena noticia es que podemos evitar una recaída en la recesión. La mala es que no se puede hacer mucho más que eso".

Roubini remarcó: "Los Estados Unidos tienen margen para un segundo estímulo como el que propone Obama. Y su banco central está haciendo los deberes. Pero a la larga no podrá mantener su déficit fiscal: los riesgos se acumulan, y las presiones sobre el dólar dejan una especie de equilibrio del terror financiero. Sin embargo, un dolar barato con avalancha de fondos tiene un correlato negativo: el peligro de un brote de inflación. El presidente de la Reserva Federal de Kansas, Thomas Hoenig, encendió la luz de alerta: "más compras de bonos podrían causar más daño que beneficios al proveer combustible para que la inflación se encienda cuando la recuperación finalmente gane fuerza".

Este esquema financiero mundial no es inocuo para la Argentina. Le asegura que, a pesar de vivir aislada del mundo financiero, sin acceso al crédito y con deudas vencidas y exigibles, los dólares continuarán llegando.

Para la administración Kirchner y para la clase política dirigente esto puede significar un alivio. En realidad, es una ilusión. Ese alivio aparente les lleva a los dirigentes a mirar en otra dirección. "Mientras la soja siga aportando los dólares necesarios, podremos ocuparnos de la campaña de 2011", decía un encumbrado dirigente opositor.

En el gobierno ensayan un pensamiento similar: "la economía marcha sobre ruedas, la Presidenta todos los días anuncia cifras de crecimiento en la actividad económica. Así que la economía no es preocupación. Ahora es tiempo de política", esbozan en cercanías del kirchnerismo. Este status quo, dolar barato, fondos baratos conlleva una amenaza mortal para la economía argentina: burbuja especulativa y una inflación del 30 por ciento en dólares.

Dólares que compran pesos ficticios emitidos por el Banco Central, que se colocan en títulos públicos, que aumentan los activos de los bancos que suben el precio de las acciones dejando rentabilidades exorbitantes y que alimentan la tendencia del Estado a fomentar la demanda agregada, para mantener viva la ilusión del consumo. Todo esto configura valores extravagantes para los activos argentinos que no encuentran correlato con ninguna variable económica. Unos y otros, oficialismo y oposición creen que la situación está controlada y como si fueran discípulos de Konstantin Stanislavski, desde los más altos puestos del poder actúan y sobreactúan creyendo que sus personajes son ellos mismos y no advierten que ellos mismos son apenas unos personajes.

 

(*) Agencia DYN