Cada vez más personas combaten la inflación comprando en China. No es que los viajes al gigante asiático se hayan disparado, sino que en los hogares crece el hábito de adquirir electrónica, ropa, indumentaria, juguetes y accesorios en supermercados chinos virtuales, que distribuyen productos a todo el mundo a un precio tan bajo que hacen temblar a sectores industriales que quedan desprotegidos por esta competencia no tradicional de las fábricas, que del otro lado del mundo reducen costos con mano de obra muy barata.
Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), en la Argentina hay unas 700 mil personas que ya compran en sitios web del exterior. El consumidor que hace unos años tenía temor al poner datos de su tarjeta de crédito en internet, ya se anima a navegar las llamadas tiendas orientales on line, como AliExpress, Dealextreme o Pandawill, donde encuentra variedad y productos que en el país cuestan el doble o el triple.
“No tenemos oferta de ciertos productos a ese precio, y por eso se aprovechan las ofertas de los portales”, explica a PERFIL Patricia Jebsen, titular de la CACE. El caso típico es el de conseguir zapatos de muy buena calidad a US$ 10 dólares, que aun con el recargo como anticipo de Ganancias del 20% a la compra con tarjeta sigue siendo más barato.
“Te los venden fabricantes o distribuidores”, añade la ejecutiva. Son portales chinos pero que detectan el IP del consumidor y saben dónde está, por lo que se camuflan al español y algunos hasta expresan valores en pesos.
Se trata de una tendencia que explotó en los últimos 12 meses, como se advierte en Google Trends. La herramienta que mide la evolución de búsquedas de palabras en Google refleja que Aliexpress, el shopping chino web más difundido, hoy se busca 75% más que en julio. Además de los rebusques para enfrentar aumentos de precios, la brecha entre la cotización del dólar oficial con el paralelo, en el orden del 60% (de $ 5,75 a $ 9,40, aproximadamente) explica el furor. Un taper para bebés que viene desde China puede costar US$ 6, $ 48 más el 20% de la tarjeta (redondeando), contra $ 200 que puede salir en la farmacia de la esquina.
Esa diferencia es la que lleva a los internautas a arriesgarse a que quizás el producto no llegue, o llegue en malas condiciones. Las restricciones de envíos postales de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) son que el paquete no puede superar los 20 kilos y no se pagan impuestos por montos no superiores a los US$ 25. Superado este monto pagan 50% del excedente. “Sin embargo, los controles no son exhaustivos por lo que han ingresado productos que superan los montos de US$ 25 sin pagar excedente”, indica Damian Di Pace, autor del libro El futuro del consumidor minorista en la Argentina. Di Pace añade que el lugar para almacenamiento de estos productos en el Correo Argentino ha aumentado mucho en los últimos dos años.
La jerga del comprador global ya incorporó la expresión “free shipping”, que indica, como ocurre de la forma más frecuente, que no se paga el envío. Eso sí, un producto se puede esperar un mes. “Gracias a acuerdos logísticos en puntos estratégicos, esas tiendas pueden llegar a todo el mundo con costos mucho más bajos”, indica Sebastián Drescher, del shopping virtual argentino Enjoypping. “No es una competencia aún mensurable”, apunta Silvina Reyes, gerenta de Oca, que acaba de lanzar EnvíosOca.com, una división de logística para el comercio electrónico, que en la Argentina crece al 45% anual, hasta los $ 16.700 millones.