El dólar oficial “atrasado” tienta a muchas empresas que, pese a las restricciones para conseguir que se aprueben las DJAI, intentan convertirse en importadores para traer desde el exterior productos más baratos.
“Volvió la convertibilidad”, bromean quienes sacan la cuenta de que el efecto de la devaluación de enero ya fue consumido por la inflación.
“Más allá del blue, el dólar oficial sigue planchado y la gente empieza a viajar de vuelta y las ganas de importar también están a full”, explicó el despachante Diego Dummont, que reconoció que hay empresas que intentan traer los mismos elementos que se venden en el país directamente desde afuera. Esto puede deberse a que los distribuidores también ajustan los precios al dólar paralelo, escudándose en que es “el costo de reposición” y que no pueden hacer estimaciones con el dólar actual bajo la amenaza latente de que haya una nueva devaluación, forzada o decidida.
Esta avidez, además de los pedidos duplicados –que fueron eliminados a pedido del secretario de Comercio, Augusto Costa– y otros intentos minoristas y esporádicos para traer productos del exterior con el dólar oficial llevaron hasta a generar cambios en el sistema de la AFIP. La Aduana de Buenos Aires, que operaba en los pedidos de las declaraciones juradas anticipadas de importación con el código 01, tuvo que ser renombrada como 800, según detallan los despachantes. ¿El motivo? Se llegó al registro 999.999 y el sistema encontró su límite.
“La actividad no se está moviendo”, aseguró el presidente de la Cámara de Importadores, Diego Pérez Santisteban, que consideró que esta avidez de traer productos de afuera “es marginal respecto del grueso de las importaciones pero es una lógica provocada por las distorsiones que se están viendo ahora”, explicó.
No cualquiera puede importar. Hay dificultades iniciales. Pero si se trata de un operador habitual, puede tener margen para buscar una diferencia con algún producto. Mientras tanto, para los importadores que mueven del 50 al 60% del comercio, la caída en el año ronda el 7% y para los más chicos, promedia el 20%.
En tanto, las presiones sobre el dólar se trasladan a otros sectores, como el de servicios. Como detalló PERFIL la semana pasada, este sector comienza a sufrir restricciones. El pago de los fletes marítimos se vio complicado por la baja del límite de transferencia por importación de US$ 300 mil a 150 mil. “Hay socios que prestan servicios por más que esa cifra y se les complica la transferencia de dólares”, explicó el gerente general del Centro de Navegación, Roberto Barrero. “Si no puede girar el pago, se incumple el contrato”, resumió. Para analizar este tema, esta cámara junto con exportadores e importadores se reunirán a principios de semana, con el objetivo de unificar reclamo y llevarlo al Banco Central. “La situación se puede complicar si se prolonga”.