El 2018 volverá a ser un año de ajustes aunque con poco margen para la reducción del gasto según los números del Presupuesto Nacional, que se presentó ayer en el Congreso. Los subsidios a los servicios públicos seguirán en baja y, en contrapartida, subirán las tarifas.
La “ganadora” en cuanto a fondos para el año que viene es Carolina Stanley, la titular de Desarrollo Social: el gasto crece 21,2%, unos $ 30 mil millones de pesos más. En total recibirá $ 174.571 millones.
El proyecto de Ley, que se empezará a discutir el martes en la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, incluye la instrumentación de los acuerdos de participación público-privada (PPP). Ayer el Ministerio de Finanzas definió los cincuenta proyectos bajo esta modalidad, lo que “implicará un compromiso de inversión por parte del sector privado de más de US$ 20 mil millones”, según el área a cargo de Luis Caputo.
“Es un Presupuesto optimista pero no inalcanzable. El punto es la rigidez del gasto. Es uno de los niveles más altos de gasto de la historia”, señaló Rafael Flores, presidente de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP).
En promedio, los subsidios económicos bajarán 16,2%, con energía a la cabeza (-22%), mientas que transporte prevé un recorte del 5%, lo que implicaría la llegada de subas en trenes y colectivos que este año se postergó en parte para paliar los efectos de la pérdida de poder adquisitivo y las subas en gas, electricidad y agua.
Esa baja, aseguran en Hacienda, no implica que esos porcentajes se trasladen en forma directa al costo de los servicios. “Aún no hay nada decidido en cuanto a tarifas”.
Los salarios de la administración pública tendrán un 16% más de fondos, pero la paritaria esperada por el Gobierno para el 2018 está por debajo de esa cifra, en línea con el 12% de máxima para la inflación.
Grandes números. El crecimiento del 3,5% que estimó el equipo del Ministerio de Hacienda, a cargo de Nicolás Dujovne, está por arriba de las estimaciones privadas para el año que viene, que lo ven más cercano al 2%.
Del otro lado, el Gobierno sostiene sus metas: 3,2% de déficit fiscal y 10% de inflación (8% como piso, 12% como techo). Para bajar el rojo fiscal, estiman que los ingresos crecerán 19% mientras que los gastos lo harán sólo 14,8%. (El mes pasado, el gasto creció un 22,9%, el nivel más bajo del año). Para el año que viene el Gobierno prevé la transferencia de $ 20 mil millones del capital social del Banco Nación al Tesoro, según se destaca en el proyecto. Para cerrar el balance, habrá US$ 30 mil millones de deuda, que llegará al 58,7% del PBI en total, contando público y privado.
Del otro lado, el Presupuesto contempla aumentos del gasto del 22% en las prestaciones sociales, tanto para jubilaciones como asignaciones familiares y por hijo, lo que no implica que ése vaya a ser el aumento del año próximo, sino que también contempla nuevas prestaciones.
Pasado el año electoral, el que se modera es el consumo público (1,3% contra el 3,8% de este año) y la obra pública. El consumo privado, estima la “ley de leyes” será del 3,3%. Las exportaciones crecerán 5,6% mientras que las importaciones lo harán un 6,8%. En materia de comercio exterior, el Presupuesto anticipa que esa dinámica se repetirá por los próximos cinco años, con déficit comercial.