Cuatro órdenes de monjas católicas en Estados Unidos descubrieron una inusual forma de servir a Dios y a los hombres: complicar la existencia a Goldman Sachs, el famoso banco de inversión.
Se trata de las Hermanas de San José, de Boston; las Hermanas de Nuestra Señora, de Namur; las Hermanas de San Francisco, de Filadelfia; y las Hermanas Benedictinas de Mt. Angel, todas ellas flamantes accionistas del banco.
El objetivo que persiguen es que el comité de remuneración de la entidad vuelva a analizar la política salarial de la compañía, por considerarla injusta. En definitiva intentan disminuir las diferencias entre ricos y pobres.
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