Los días de Mauricio Macri en Madrid tuvieron temperaturas de 3 a 10 grados, mientras en Buenos Aires la sensación térmica llegó a tocar los 40. Similar es la diferencia del clima político: los elogios que cosechó el jefe de Estado del gobierno y las empresas españolas, contrastan con el recrudecimiento de la tensión sindical, con su punto central en la convocatoria a un paro docente para el 6 y 7 de marzo. Por entonces, esta agenda bipolar del Gobierno “de moda” entre inversores y con demandas en la calle, quedará más en evidencia. El semanario britátnico The Economist organizará un día después de la huelga de los maestros un seminario en el Hotel Alvear de Recoleta para hablar de “la vuelta de la Argentina” al escenario internacional.
“La Argentina sigue estando de moda”, dijo a PERFIL Michael Reid, editor de la revista para la región, respecto del interés que despierta el reformismo antipopulista de Cambiemos elegido por el voto popular en 2015. Sin embargo, justamente será la viabilidad social de ese plan lo que estará bajo análisis en este foro, y fue ésa también la principal incertidumbre de los hombres de negocios que recibieron a la comitiva argentina.
Macri trató de exhibir como zanahorias para inversores la nueva política tarifaria y los cambios laborales como el del caso Vaca Muerta en Neuquén. De hecho incluyó en la delegación al sindicalista Guillermo Pereyra, que compartió veladas de gala con Alejandro Bulgheroni, de la petrolera PAE. Pero es justamente esa agenda la que tensa el clima social, junto a la paritaria docente de la provincia de Buenos Aires.
Miedo (eterno). “Acá todos quieren saber si vuelve el peronismo”, lo pone en palabras sin rodeos Amador Ayora, que edita el portal económico El Economista en Madrid y Latinoamérica. Y revela qué le dijo un alto funcionario del gobierno de Mariano Rajoy tras recibir a los ministros argentinos. “Ayer un alto directivo me decía ‘son tíos educados, técnicamente muy solventes, si les dejaran gobernar unos años, la Argentina cambiaría’”. En el fondo, la gran duda para el capital español que supo ser el principal inversor en la Argentina es cuánto dura el modelo Macri para definir si apuesta o no, aunque parezca en realidad una enésima excusa: en 2013 la inversión venía si Cristina se quedaba sin reelección; en 2015 si ganaba Macri; y ahora todo será oportunidades si Cambiemos fortalece su programa político de reformas.
Lustro. The Economist resumió en una presentación el jueves la desconfianza política sobre la Casa Rosada. La publicación vaticinó que la Argentina tiene por delante un lustro de crecimiento estable en torno al 3% con inflación en baja, siempre y cuando se cumpla una condición que quizás den por descontada demasiado rápido: que Cambiemos tenga la fortaleza política para avanzar con una agenda de “reformas estructurales” pro inversión, que son las que cuestionan los sindicatos en la calle, y que “el peronismo no vuelva a ser influyente” tras las elecciones de octubre, explicó Fiona Mackie, encargada del análisis sobre Latinoamérica.
Macri cerró ayer una gira en la que hizo todo por estirar su popularidad entre los CEOs del mundo. Hasta se congració con el escritor Mario Vargas Llosa en una entrevista pública, donde dijo que “a Odebrecht hay que hacerle un monumento por su aporte contra la corrupción”. Todos lo resaltaron como una ironía del jefe de Estado, pero en realidad, Macri sólo se limitó a repetir, consciente o no, la primera frase del propio Vargas Llosa en su columna del último domingo en el diario El País, titulada “Las delaciones premiadas”. Fin de la cita.