Mientras se apilan los datos de menos actividad, menos consumo, menos poder adquisitivo y se petrifica la inflación en el 35% o más, nace un nuevo consenso entre economistas de distinto signo político. Después de numerosos vaticinios, la economía ya empezó a transitar una estanflación, es decir, un período de estancamiento en la producción con suba de precios. Un escenario con consecuencias en el nivel de vida de la población y en las ganancias de las empresas.
En el primer trimestre, tras la devaluación del peso y el salto en las tasas de interés, el Producto Bruto Interno (PBI) cedió 0,5%, según el estudio de Orlando Ferreres. Los desprestigiados cálculos oficiales también confirman el freno. Ayer, el Indec mostró una caída del 6% de la producción de las fábricas el mes pasado y otro derrape en las exportaciones (ver aparte). Entre enero y marzo, además, se acumuló una inflación de entre 10 y 15% según quién la mida.
Sin parecidos con la híper del 89 o el estallido de 2001, el nombre de la crisis 2014 es estanflación, un concepto que el mundo económico acuñó a fines de los 60. Economistas como el estadounidense Milton Friedman lo utilizaron para cuestionar los problemas que aquejaron a la economía de su país tras años de impulso estatal a la demanda según los manuales de John Maynard Keynes. Lo llamaron stagflation y así definieron luego los años de la segunda mitad de los 70, cuando Estados Unidos, Francia, Italia e Inglaterra tenían inflaciones de entre 9 y 15% con crecimiento nulo.
En 1980, en la Argentina, el santiagueño Julio Olivera lo modelizó desde una concepción estructuralista, léase: la inestabilidad de precios incentiva más a que los actores económicos se cubran a que produzcan. “A la estanflación se llega tras años de alta inflación que se van comiendo el ahorro y la inversión”, lo trae al presente Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres.
“Estamos en un proceso estanflacionario”, lo resume el economista justicialista Eduardo Curia, que supo apoyar el modelo en los primeros años tras la salida de la Convertibilidad.
La estanflación había sido un fantasma posible en los pronósticos para el año. Pero el salto cambiario la hizo realidad. Técnicamente hay estanflación cuando hay dos trimestres seguidos sin crecimiento de producción con alta inflación. “Estamos en el umbral de una estanflación, que se instala aceleradamente”, apunta Jorge Todesca, viceministro de Economía en 2002. “Se puede disentir sobre qué lapso de arraigo del fenómeno hace falta para llegar a una conclusión definitiva, pero tenemos una imagen estanflacionaria y sin dudas el año aparece ya jugado”, indica. El Estudio Bein mejoró sus últimos pronósticos de crecimiento de PBI para el año: lo dejó en 0,5% con una proyección de costo de vida de entre 34 y 37%, según qué pase con las paritarias. “Es estancamiento con inflación”, dice Marina Dal Poggetto, directora. Ferreres y Asociados prevé un magro crecimiento 2014 de 1% sólo sostenido por bancos y el campo, con inflación del 38%. “Sin dudas estamos en una situación de estanflación; el primer trimestre la economía no creció y la inflación subió un escalón, y en el segundo el escenario será magro”, sostiene Spotorno.
Impacto. El escenario de estanflación afecta a todos los actores de la economía:
◆ Hay poca o nula generación de empleo.
◆ Hay salarios negativos en términos reales. “En la definición clásica de estanflación, el alza de salarios es un componente importante, y en los últimos seis meses los salarios estuvieron estancados”, recuerda Todesca.
◆ Se mantienen empleos a costa de menos ingresos.
◆ Las empresas reducen márgenes.
El Gobierno dice que habrá un segundo semestre apoteótico, posparitarias, quizás con baja de tasas. Como sea, tiene un problema político. “De la estanflación no se sale con el manual keynesiano”, dice Spotorno. “Se sale incentivando la oferta”, agrega. “Hay que buscar un driver para crecer en 2015, si no, el bienio está jugado”, apunta Curia e instala el pronóstico de estanflación hasta el cambio de mando.