Siempre fuego amigo lastima mucho más. A la distancia, pero por primera vez Agustina Macri sintió la estocada de un comentario erróneo y malintencionado que la puso como protagonista para afectar a su padre. En un medio más que amigo y de la pluma de “fuego amigo” se detalló que ella le había comprado a su padre un departamento en Madrid “con la ilusión de que él se instale allí el próximo año con Juliana Awada”. A Agustina los mensajes de sus amigas le llegaron antes de que pudiera leer esas líneas online.
Hacía apenas unos días ella había llegado a la capital española, donde tomó la decisión de instalarse más por temas profesionales y personales que por el devenir de la gestión de su padre. También es cierto que compró un departamento, que si bien está bien ubicado y no es un monoambiente de estudiante, tampoco tiene las dimensiones de uno que pueda contener a su padre, a Antonia y a Juliana Awada. No sería ella quien saliera a desmentir lo publicado, pero como la falta de fact-checking de las noticias es un síntoma de época, la información se coló en medios españoles. Primero en algunos “radicales”, hasta que la semana pasada llegó al sitio online de Vanity Fair. El desinterés inicial de Agustina se transformó luego en bronca, porque la ausencia de blindaje mediático la convirtió en blanco fácil. Pero se activaron los llamados del grupo incondicional de amigos para que se relajara. Y llegaron la calma y el deambular tranquila por la ciudad donde piensa quedarse por un largo tiempo. Mientras tanto, en Argentina, a Macri lo asaltó un poco ese ímpetu maradoniano de “¡Con la Dalma y la Gianinna no se metan!” (de cuando su progenie era reducida) e hizo llegar su queja por la publicación local.
Malbec en Beijing. La Semana del Malbec tuvo en Washington la participación de muchos de los funcionarios que estuvieron allí para acompañar la participación argentina en la reunión del FMI. En Beijing, mercado donde el malbec comienza a imponerse, el embajador Diego Guelar organizó a sala llena una cata de varias etiquetas argentinas que pusieron a China como el mejor mercado a conquistar, obviamente, por volumen y creciente poder adquisitivo.
No son ellos, fue ella. Hacía tiempo que en ArteBA una obra no daba tanto de qué hablar. Ya el primer día generó suspicacia que la pieza de Jorge de la Vega (1930-1971) se hubiera vendido en las primeras horas de la apertura. Y que esa transacción uniera a los apellidos Calcaterra y Barbier y, por asociación directa, a Macri y Awada. Hecho público que se vendió en US$ 1,3 millones, el foco pasó a quién los pagó. Eduardo Costantini dijo “yo no fui”, pero sí quería la obra. Y Hugo Sigman tuvo también que negarlo al publicarse que él era el comprador. Pero al parecer fue una mujer, ex esposa de poderoso petrolero.