Gala en el Alvear con la educacion como principal fin. Hace más de cuatro meses que muchos de los invitados sabían de esta comida. La fusión petrolera que generó el apellido Bulgheroni hace unos diez días figuraba sólo en algún borrador que Alejandro Bulgheroni quizás escribía entre viaje y viaje. Igualmente, en la gala que su mujer organizó como titular de Fundación Educando, aquellos amigos y conocidos que no lo habían felicitado en persona, aprovecharon para hacerlo cuando él recorría la antesala de la comida propiamente dicha. Mientras Bettina Bulgheroni se encargaba de recibir a muchos de los que año a año, acompañan en muchos sentidos a la fundación desde hace 18 años. Entre los invitados estuvieron varios hombres del oficialismo como Mario Quintana, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó, Diego Santilli. También estaban Nicolás Caputo –con el infaltable pin con la bandera de Singapur que luce desde que fue nombrado cónsul honorario de ese país–, Eduardo Costantini, Sergio Berensztein, Claudio Belocopitt, Gustavo Weiss, Daniel Vila y Gustavo Yankelevich, entre otros. Un único discurso agilizó el desarrollo de la reunión, algo que los invitados agradecen en este tipo de comidas. Por eso la anfitriona se enfocó a que todos los que habían aportado a la fundación magnificaran con cifras el destino de sus respectivas contribuciones. Y eso se traduce, en palabras de Bettina Bulgheroni, en 91 mil alumnos en las 200 sedes que tienen en todo el país, con más de cien mil cursos dictados, inclusive en Capital Federal y en alguna provincia cuyo gobernador pasó de mostrarse algo reacio a la propuesta educativa de la fundación a ser desde hace un tiempo uno de los más entusiastas. También contó algunas anécdotas que a ella la sorprendieron en el recorrido por las provincias como, por ejemplo, que en algunos pueblos le pidan que incluyan en los cursos que ofrecen gratuitamente el de peluquería canina o de arbitraje deportivo, además de los de informática –en áreas donde aún no tienen wi fi–, de inglés o de gastronomía.
Mira quien vino... No es de los funcionarios que suelen participar de comidas a beneficio de fundaciones. Sin embargo Marcos Peña dijo presente en la que Fundación Par hizo en el Four Seasons. Y no fue porque la propuesta gourmet de Fernando Trocca y Juan Gaffuri era un menú con cordero patagónico de exportación, sino porque una prima de su madre lo conminó a participar. Consecuencias de tener una familia numerosa y una pariente persistente.
Dos en la mira. En tiempos donde la economía pone a la dirigencia gremial en la mira por su relación y reacción –o inacción–ante algunas medidas de gobierno, hay tiempo para atender cuestiones que los llevan a ocupar espacios en áreas mediáticas más del show business que de política o economía. Hace no mucho, la CGT emitió un comunicado para exhibir su “descontento” porque Benjamín Vicuña encarnara en teatro a la Evita que creó Raúl Damonte Botana, más conocido como Copi. Incluso Pablo Moyano propuso un boicot a la obra. Y esta semana, le tocó el turno a Sofía Gala quien por una declaración sobre porqué prefiere ser prostituta a moza, el sindicato del gastronómico Luis Barrionuevo (Utghra) la intimó a que se retracte a riesgo de ser declarada persona no grata en los establecimientos que conforman el sindicato.
Mudanza sin fin. Hace un tiempo que José Ottavis parece estar alejado de ambientes mediáticos. Su romance con Victoria Xipolitakis pasó al acervo de archivos de Google y su relación amistosa y de guía cultural con Moria Casán también parece generar escasa trascendencia. Pero quienes sí se acuerdan de él son algunos de sus vecinos del edificio que aún no termina de deshabitar en Recoleta. Es que el ex referente de La Cámpora está mudándose de a poco del piso 14º del edificio de Rodríguez Peña. Pero el problema no es la logística de la mudanza hecha por etapas sino que lo último que parece querer mudar son sus mascotas, un gato y un perro. Y es este último quien con sus quejidos convierte “la ausencia (de su dueño) en presencia permanente” para varios de sus vecinos.