Rodríguez Larreta y su look Steve Jobs. Un estilo que marque diferencia y sobre todo que sea un sello personal. Eso es lo que buscan también los políticos. El PRO hizo de la camisa sin corbata un ítem propio, en algunos casos llevado al extremo de confundir modernidad con ausencia de protocolo. Cristina Kirchner tuvo un tiempo en que los cinturones anchos definieron su vestuario, y el menemismo en sus diez años dejó su marca con, por ejemplo, los jopos de Zulemita. En la búsqueda de una identidad personal en el vestuario de Horacio Rodríguez Larreta también se trabajó ya en 2018. El político no archivó las camisas blancas y celestes como se vio, por ejemplo, en la primera reunión de gabinete ampliado 2019 que tuvo la Ciudad con Macri como invitado. Pero el “look HRL” no incluye camisas sino remeras sencillas –de cuello redondo y sin marca o logo visible– de tonos azules, grises, negro y alguna blanca, como se vio durante las acciones de verano. La idea de ese Pantone cromático y ese estilo no se inspiró, como podría suponerse, en Angela Merkel, otra política que impuso su propio look de chaqueta y pantalón –de igual corte y diseño– que repite en todos los colores posibles. Los asesores encargados del look de Rodríguez Larreta se inspiraron en Steve Jobs, quien también hizo del jean y la polera negra un sello personal, y por carácter transitivo el look corresponde a un hombre que tuvo visión de futuro y fue un innovador. Igualmente, en los guiones de salidas fotografiables con funcionarios se sigue detallando qué ropa usar y es siempre el de mayor jerarquía quien impone lo que puede usar el resto.
Con Sica a la mesa. Si un menú exhibe la crisis, el almuerzo que el Rotary Club de Buenos Aires organizó con Dante Sica como orador es un ejemplo: penne rigate de plato principal y con una discreta salsa es lo que se dice un menú económico. Hubo lleno total en la convocatoria en el Sheraton Libertador y una ponencia de casi media hora con mucho de venta de un futuro mejor si se logran ciertas metas. Y un reclamo de Sica a los empresarios cuando dijo: “Ustedes ven planillas de Excel, pero la gestión se hace todos los días”, y cuando dijo que “fueron cómplices de los sindicatos” para después reclamar “beneficios fiscales al Estado”.
Adios al mundo zen. La efusividad oral que Macri exhibió en la apertura de sesiones 2019 y el jueves último en la reunión del gabinete ampliado en el CCK no fue solo trabajo de la fonoaudióloga Micaela Méndez, que también “educó” a otros funcionarios. Hay además en este Macri de perfil combativo una apoyatura teórica y es El arte de la guerra, el famoso libro de Sun Tzu, recomendado por el asesor Alejandro Rozitchner. De los cuencos tibetanos y el mundo zen poco queda porque consideran que, como estos son “momentos de combate”, Sun Tzu tiene frases perfectas para la coyuntura.