Fabrega: el nuevo objeto de estudio del equipo de Axel Kicillof. El “kicillofismo”, particular combinación de aguerrido camporismo y soft style onda club house de Zona Norte, según corresponda por temática y auditorio, se puso de acuerdo en cerrar filas, para impedir que una rajadura ya visible en el Palacio de Hacienda se transforme en una grieta lo suficientemente amplia como para que ingrese un eventual y hasta hace poco impensado reemplazo: Juan Carlos Fábrega. Es que el avezado banquero estatal, que hizo toda su carrera en el Banco Nación, hasta presidirlo, y actualmente es número uno del Central, es considerado hoy como el funcionario que evitó que el modelo “nacional y popular” implosionara. A partir de unas pocas pero efectivas medidas, al menos de momento impidió que el oleaje encrespado del mercado se transformara en un tsunami que barriera con las principales construcciones de la década: consumo popular, industrialización a paso redoblado, festivales onda Tecnópolis y Bicentenario. Así, se sentó sobre las reservas existentes, secó la plaza financiera, cortó créditos blandos y subió las tasas de interés, como para que volvieran a evaluarse opciones de ahorro en pesos, entre otras medidas que apaciguaron al bravío toro de los mercados que quisieron hacer “volar por los aires” al Gobierno, según apreciara otro experto en visión submarina, Miguel Bein. Pues bien: los jovenes de Axel están dados a analizar por qué, a poco más de dos meses de su estelar debut en las grandes ligas, no han podido hacer pie, pese a los grandilocuentes anuncios efectuados: precios cuidados, petróleo controlado, arrime a multilaterales financieras... Y para colmo, se haya instalado que Fábrega es una pieza lo suficientemente preparada para ocupar la principal poltrona del Palacio de Hacienda, sede hoy de (casi) cuatro ministerios: Economía, Planificación, Industria y –de allí el casi– también Transporte. En eso están todos y todas en el kicilofismo: en averiguar cómo tanta renovación y cambio corre riesgo de frustrarse por simples jugadas de un experto con mucho microcentro y apenas un puñado de asesores mayormente de la misma escala etaria. Seguramente, los muchachos de Kicillof que comparten asientos en el directorio del BCRA tendrán mucho por observar. Y eso que en el Central, dicen que consta que a Fábrega, que aspiraba hasta hace poco a coronar su carrera con unas bodas de oro en el Nación y ahora tiene acuerdo parlamentario para permanecer seis años en el Central, no le interesa mudar sus petates hasta el quinto piso de Hipólito Yrigoyen 250.
El nuevo mimado. Una nueva estrella parece haber surgido en el firmamento de la Agrupación La Cámpora. El dirigente Juanchi Zabaleta, mano derecha del vicepresidente Amado Boudou, luego de la campaña en el municipio massista de Hurlingham, se convirtió en el objeto de culto de varios dirigentes camporistas. Tal es así que no hay reunión o encuentro político en los que ultimanente no sea invitado o nombrado como ejemplo de militancia. Pero no faltan los celosos de su protagonismo que ya comenzaron a recordar su pasado como miembro fundador de la juventud de Aldo Rico en la provincia o su paso por la oscura gestión de Juan Carlos Rousselot en el municipio de Morón. Los menos maliciosos, conocedores del apogeo y caída de los ídolos camporistas, como ocurrió con otras estrellas de moda de la agrupación, apuestan hasta cuándo durará el enamoramiento por el “Juanchi”.
Todos a la audiencia. Al compás de los recientes vaivenes del Gobierno, los miembros de Carta Abierta estuvieron más que activos. Primero fue el texto autocrítico que en Página/12 firmó Horacio González. Luego, el encuentro en la Biblioteca Nacional (con González ausente por un viaje) y el parto de la Carta 15: La Patria está en peligro. Y esta semana se sumó una curiosa convocatoria de los intelectuales afines al kircherismo para que propios y extraños respalden la continuidad de José Sbatella al frente de la UIF. A través de una casi interminable cadena de mails, se distribuyeron en PDF formatos de formularios para presentar “espontáneamente” ante el Ministerio de Justicia para pedir por el polémico funcionario y fichas de inscripción para participar en la audiencia pública donde se trataría la cuestión. Por lo visto, lo intelectual no quita lo militante.
Los tuyos, los míos... Hay quienes dicen –con sorna y un poco de malicia– que a ciertas cosas que dice Diego Santilli hay que “sacarles el IVA”. Y ese porcentaje a restar queda a criterio del ocasional escucha. Algo de esto le sucedió a un par de conocidos que se cruzaron con el funcionario macrista el pasado domingo en la cancha de River en ocasión del partido en que el equipo millonario derrotó a Gimnasia. En el entretiempo, Santilli salió del palco y en los pasillos comentó que lo acompañaban no sólo dos de los hijos que tuvo con Nancy Pazos sino uno de los de Ignacio Iparraguirre, la actual pareja de su ex mujer.
Candidato “ni-ni”. Un verano atípico para los consultores políticos, que esta vez tuvieron que acortar o suspender vacaciones pese a que no es un año electoral. Es el caso del politólogo Juan Manuel Sabaris, que adelantó sus habituales reuniones para analizar la coyuntura en un hotel de la calle Arroyo. Se abordaron diferentes cuestiones pero llamaron la atención algunos datos sobres los posibles candidatos a gobernador bonaerense según sus últimas encuestas: los primeros anotados para la candidatura de presidente 2015, Daniel Scioli y Sergio Massa, carecen de un candidato competitivo en el principal distrito electoral de la Argentina. Ninguno de los dirigentes massistas lanzados hasta hoy, ni tampoco los que acompañan al sciolismo desde siempre, supera el 5 por ciento de adhesión. En virtud de ello, Sabaris se preguntaba que ocurriría en el escenario bonaerense y su impacto en el tablero nacional, si apareciera un candidato a gobernador competitivo “Ni-Ni”: ni sciolista-ni massista.