Apostillas del viaje presidencial a la reunión en Caracas. Podría decirse que la mañana caraqueña daba para sentirse bolivariano. Un grupo de fieles militantes entonaba en las puertas del Tamanaco Hotel un cántico conocido en la Argentina: “Che gorila, che gorila/ no te lo decimos más/ si la tocan a Cristina/ qué quilombo se va a armar...”. Tenía gracia –lo reconocieron algunos argentinos de la comitiva presidencial que aguzaron el oído ubicados en el lobby–, escuchar esa rítmica versión caribeña, ese savoir faire que tiene el acento de esas tierras. Y daba mejor ese cántico entonado al aire libre sin el efecto rebote que ocasiona y molesta cuando se da de manera continuada bajo techo en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada, o incluso en el más amplio y gélido Salón de los Patriotas Latinoamericanos. Lo cierto es que bajo la resolana de Caracas y con la ligera morbidez que provoca el clima cálido, los funcionarios argentinos podían deleitarse con las entonaciones “nac&pop” de los jóvenes venezolanos. Algo similar había sucedido recientemente en Brasilia, donde chicos brasileños también hacían uso del repertorio camporista con ritmo de bossa nova. Y varios apostaban que sucederá lo mismo próximamente en Paraguay; no así en Colombia. Será interesante saber si puede traducirse el “Che gorila” y otras piezas al guaraní. Es que hay quien pensó en el “Alerta que camina... por América Latina” y consideró que estaba bueno darle una onda kirchnerista a cada viaje de la Presidenta por la región. Quizá alguien de la comitiva recoja la idea e instrumente, quizá quede sólo en lo que fue, mera conversación relajada de lobby de hotel.
Falsa alarma. Sobre esas divagaciones andaban los argentinos en el Tamanaco, con la vista clavada en una irresistible piscina que sólo pudo desearse de cerca, sin siquiera mojar un dedo. Una suerte de voyeurismo de viajeros gubernamentales, sin tiempo concreto para esos placeres. De pronto un secretario sumó adrenalina a la espera de la Presidenta que debía bajar de su suite rumbo a la cumbre de presidentes del Mercosur: un principio de incendio en lo alto del hotel que casi dispara un operativo monumental de la seguridad boliviariana. Es decir, lo disparó, pero primó la calma rioplatense, esto es, antes de importunar a Cristina, mejor verificar qué era lo que sucedía. No era cuestión de caer en el fatalismo de la guardia local con un “Esto es un atentado, esto es un atentado...”. Y es que ya se habían activado sensores antiincendio en parte del octavo y del noveno piso –en este último estaba la suite presidencial–, por eso los locales supusieron que se trataba de algo grave. Muy lejos de lo que pasó: en el octavo piso se habilitó una habitación a los guardias venezolanos que custodiaban el hotel. En ese espacio
dispusieron sus ropas y uniformes oficiales. A uno de ellos se le ocurrió colgar una chaqueta de uno de los percutores antiincendio y eso disparó agua por toda la habitación. Los argentinos convencieron a los locales de que era mejor sofocar lo que fuera sin importunar a Cristina. Y así fue: ella bajó, regia, sin saber del vodevil sucedido a metros de su suite.
Descanso. En Aruba estuvo de vacaciones Darío Giustozzi con su mujer Julieta Casali. El hombre al que Sergio Massa alentó a sumarse a su equipo descansó allí unos días. Su futuro político no lo ubicará, al parecer, con el tigrense, quien de conseguir el pase de Martín Insaurralde dicen que repetirá la estrategia usada con el hombre de Almirante Brown: alentará la boda del rubio diputado con Jesica Cirio con festejo posterior en hotel de Zona Norte.
Gastro-aventura. La gastronomía es un espacio de experimentación, y aventurarse de la mano de expertos resulta atractivo. Eso definió el éxito de la cena a beneficio de la Fundación Alfajorcito, que se realizó en el Faena. El menú lo coordinaron Cocina sin Fronteras y Alex Atala, chef brasileño cuyo estilo lo ubicó como uno de los influyentes fuera de su país. La idea fue usar la comida como medio de integración cultural, y hubo platos con nombres que requerían subtítulos. El resultado final fue exitoso.
Intento fallido.
Pensando en acercar caras conocidas al PRO en el Conurbano, Emilio Monzó arrimó a Julio Cruz. Luego de forzar su instalación en Lomas de Zamora, una encuesta definió el destino del ex jugador de Banfield y River Plate: sólo el 20% de los vecinos lo conocía. Parece que el Jardinero Cruz no tendrá su huerta amarilla.
Boca en Recoleta. Excitación y euforia hubo esta semana en el Centro Cultural Recoleta por la original presentación de la prolongación del sponsoreo de la camiseta de Boca por parte de una automotriz francesa. Los famosos del espectáculo que caminaron la alfombra roja pasaron a segundo plano y el foco del público se centró en los jugadores de Boca y en especial en los mundialistas Agustín Orion y Fernando Gago. Pero éste último, algo incómodo, se mostró reticente a las selfies e incluso hubo que hacerle un pedido especial para que suba al escenario de FuerzaBruta para la foto oficial. Le tocó a Ari Paluch convencerlo y al ver que no subía porque estaba alejado del escenario le dijo: “Dale, decí que sos Gago y la gente te abre paso”. La ironía mucho no le gustó al jugador porque apenas esbozó una protocolar sonrisa mientras subía. Terminadas las palabras oficiales el show comenzó con varios de los jugadores mezclados con el público.
Fiel a las tijeras. Para algunos, el peluquero es una suerte de psicólogo ya que sentado en la sillón, el cliente se relaja y conversa. No es el caso de Florencio Randazzo porque su paso por el coiffeur se reduce a una vez por mes para emprolijar sus rulos y siempre con el tiempo justo. Quien maneja las tijeras sobre esa cabeza es Angelo Milano. Por eso, el funcionario pasó a saludarlo por su cumpleaños con un reloj de regalo.
Segunda boda. Clemente Zavaleta Jr. –hijo de la trilliza María Emilia– y la heredera Isabelle Strom tuvieron su segunda boda en París; la primera había sido en Argentina a fin de 2013. Esta vez hubo gran festejo en el castillo que en Sainte-Mesme tiene la familia de la novia.