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Trastienda de la cumbre en Olivos con empresarios

Prat-Gay fue la estrella más solicitada detrás de Macri. La fricción con Marcos Peña, habilitaría su reemplazo en la jefatura de Gabinete. Galería de fotos

Alejandro Bulgheroni, Cristiano Rattazzi y Paolo Rocca bromean con Mauricio Macri durante la multitudinaria convocatoria presidencial a empresarios en la Quinta de Olivos.
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Trastienda de la cumbre en Olivos con empresarios
Asistencia perfecta en la apurada convocatoria que Mauricio Macri hizo a los principales empresarios del país en Olivos, con apenas un par de días de antelación, incluyendo un fin de semana en el medio. La premura obedeció a la necesidad oficial de finiquitar primero en Nueva York el acuerdo con los fondos buitre, lo que quedó consagrado recién a mitad de semana. Y había que aguardar además que uno de los protagonistas principales del acuerdo, Alfonso Prat-Gay, regresara de EE.UU. tras ese arreglo judicial y la reunión del Fondo Monetario Internacional en Washington. Justamente el ministro de Hacienda y Finanzas fue una de las “estrellas” más requeridas en la quinta presidencial por los hombres de empresas (y no es una metáfora: salvo una o dos excepciones, las compañías no tenían representación femenina en la cumbre), lo que no hizo más que aumentar la circulación de rumores sobre ciertos resquemores internos en el más que nutrido gabinete económico, que también dio el presente completo en el convite. No tenían opción, claro. Y como señaló uno de los empresarios presentes, “son Mauricio, Alfonso y nueve más”, empleando una de esas frases futboleras que tanto disfruta el Presidente para hacerse entender. La principal “víctima” de la luminosidad que irradia Prat-Gay es Marcos Peña, nada menos que su superior jerárquico en el “equipo”, otro término que se volvió tan PRO. En apenas 140 días de gestión, las inquinas entre Peña y Prat-Gay ya se volvieron un clásico (el ministro de Hacienda elige, por ejemplo, cuándo responder los llamados o los mensajes del jefe de Gabinete, lo que no se anima a hacer ningún otro funcionario), y desde hace un tiempo empezaron a exceder esa relación. Cada vez son más los que critican en voz baja y ya no tanto a Peña, con epicentro en algunas formas particulares que tiene el Gobierno de comunicar, pero ello como simple excusa para hacerlo blanco de errores políticos que desgastan la gestión y la imagen de la administración Macri, según el “antipeñismo”. Cada tanto, también durante la reunión empresarial en Olivos, no son pocos los que propician un relanzamiento con refreshing ministerial, que incluya claro está a Peña hacia la Secretaría General de la Presidencia, y su reemplazo en la Jefatura de Gabinete por alguien a quien el Presidente convoca de forma insistente para sumarlo a su mesa chica de decisiones y discusiones: Ernesto Sanz.

Palco de paritarias
El domingo 17, Vélez recibió a Independiente por una nueva fecha del Torneo de Primera División de fútbol. Fue el primer partido al que Hugo Moyano concurrió como visitante y, con aires de emular al fútbol europeo, lo hizo en el palco junto a su par de Liniers, Raúl Gámez. Pero no estuvieron solos, pues estuvo ahí otro velezano de alma, el ministro de Trabajo Jorge Triaca. Moyano estuvo acompañado por dos dirigentes de su club, Carlos Montaña y Guillermo “Yoyo” Maldonado, a quienes más tarde se sumó otro hincha local y funcionario, Hernán Lombardi, ministro de Medios Públicos. El equipo de Moyano ganó 2 a 0, pero el problema de los despidos y los potenciales conflictos laborales vaticinan nuevos choques con Triaca, ya no precisamente de tipo futbolístico.
 
Amarillo fiebre
En Bahamas tuvo lugar la última reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), adonde fueron, gorra en mano, varios funcionarios nacionales y provinciales. Hernán Lacunza, ministro de Economía bonaerense, vivió momentos de tensión cuando al llegar a territorio isleño se le requirió el certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. Cuentan que al principio lo tomó de manera risueña, porque era imposible que le pidieran a alguien que llegó al cargo justamente “por eso”. Cuando sus colaboradores vieron que no había margen para el humor, se apresuraron a conseguir los certificados. Su estadía le permitió asegurarse un programa de US$ 1.200 millones para obras y fines sociales hasta 2017.

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