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AMIA: la grieta de hoy que divide la memoria del ayer

Cuatro organizaciones diferentes, y en algunos casos enfrentadas, reivindican justicia y verdad ante el horror del ataque. Entre los principales temas que las alejan está su posicionamiento ante el Gobierno.

El 18 de enero nos convoca a pensar y revisar todo lo actuado en 22 años de investigación del atentado terrorista contra la AMIA.
| Pablo Cuarterolo.

Este año, la actualidad se ha metido en el reclamo de justicia por la AMIA: la decisión pendiente de la Cámara de Casación sobre la inconstitucionalidad del memorándum con Irán, la muerte del fiscal Alberto Nisman y el comienzo del juicio oral por el encubrimiento del atentado.
Como ha ocurrido estos 21 años, las agrupaciones de familiares de las víctimas difieren sobre estos temas. Sólo las une la esperanza de que se haga justicia en el proceso que comenzará el 6 de agosto.

“Esperemos que la Justicia tenga la suficiente altura y claridad para resolver de la mejor manera y que sepamos si tuvieron o no algo que ver. Quienes no hicieron lo que debían y los que hicieron lo que no debían deben rendir cuentas”, afirma Luis Czyzewski, de Familiares de las Víctimas de AMIA.
Diana Malamud, de Memoria Activa, coincide: “Todos ellos son responsables de la situación en la que estamos en la causa desde cada uno de los diferentes poderes del Estado. Deben dar explicaciones de por qué lo hicieron. Algo sabían, a alguien o algo encubrieron. Que los condenen por eso”.
La mayoría de las agrupaciones teme que los acusados sean absueltos, como ocurrió en el juicio oral en 2004, o que el proceso se use como una herramienta política y el tribunal falle en forma polémica.
“La Justicia hace 21 años que nos debe una respuesta, esperemos que en esto cambie y la tengamos. No buscamos venganza sino justicia. No queremos chivos expiatorios”, sostiene Sergio Burstein, de 18J.
Laura Ginsberg, titular de Apemia, es más escéptica y cree que todos los acusados quedarán en libertad. “No tenemos expectativas de alguna condena. No creo que nadie vaya preso. Las acusaciones se han planteado de tal forma que cada uno de los implicados ha hecho un delito individual, cuando denunciamos que se trata de un plan criminal de encubrimiento”, resalta.

Nisman. La figura del fiscal es uno de los temas que más dividen, con posiciones que van desde la reivindicación de su actuación hasta la descalificación total de su trabajo en la investigación del atentado.
“La causa Nisman es otra desgracia nacional. Hay quienes dicen que es el muerto 86. No, falleció por su denuncia”, resalta Czyzewski. Para Ginsberg, su desaparición sirve como ejemplo de la causa del atentado. “Su muerte volvió a poner en primer plano la impunidad que hay alrededor de este tema. El fracaso del Poder Judicial es lo que predomina en la causa AMIA. La investigación de su muerte es como revivir cada uno de los procedimientos, delitos y la complicidad de ocultar que vivimos durante todos estos años, especialmente en los días posteriores a la bomba”, explica.
Pero desde Memoria Activa creen que “no amerita hacerle ningún homenaje. Nos pasamos años denunciando la situación de la causa y la falta de trabajo de Nisman, incluso ante la Procuraduría General de la Nación. Nadie nos escuchó”, resaltan.
Burstein opina en forma similar. “Con Nisman, vivimos las situaciones más dolorosas, las mentiras más aberrantes y hasta el silencio cómplice de que la SIDE manejaba la información que tenía de acuerdo a los tiempos políticos que a ellos les convenía. Nunca fueron satisfechos los reclamos que le hicimos, ni siquiera respondidos en forma concreta”, detalla.

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Memorándum. La separación del juez Luis Cabral antes de emitir su voto por la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán reavivó el debate sobre su utilidad, lo que también divide a los familiares de las víctimas.
Burstein lo defiende: “No es inconstitucional, en especial porque todavía no entró en vigor. AMIA y DAIA trabajan para no saber, nunca les interesó que se indague a los iraníes. La remoción de Cabral se ajusta a derecho y AMIA y DAIA la rechazan porque votaba contra el memorándum”.
Desde Memoria Activa apuntan que es un tema que sólo le interesa a “la dirigencia comunitaria” y no a los familiares porque ese acuerdo “no sirve para nada, ya que nunca fue firmado. Pero no es inconstitucional”. Y critican la forma en que la Justicia maneja los tiempos en sus fallos. “Cabral tuvo la posibilidad de firmar su dictamen y no lo hizo. La Justicia no tiene que actuar por lineamientos políticos”, dice Malamud.
Según Czyzewski,  “el memorándum fue un error político y diplomático de magnitud histórica. Cabral es un emergente de una decisión institucional para no reconocer ese error que cometió el Gobierno. Esto los hace profundizar en mantener con vida algo que estuvo muerto antes de nacer”.
Desde Apemia concuerdan en su poca utilidad pero remarcan que fue firmado como parte de una estrategia. “El memorándum no tiene ninguna importancia, no va a ayudar en nada ni a aclarar ni imputar a nadie. Demuestra el giro del Gobierno atrás de Barack Obama en su negociación con el régimen iraní. Fue un intento brutal para terminar con el caso”, concluye Ginsbergn.

 

Cada lunes, a la misma hora, un pedido de justicia

Los transeúntes caminan apurados mientras cruzan la plaza Lavalle. Son las 9.53 de un lunes cualquiera, y nadie presta atención a lo que ocurre a su lado. De repente, se sobresaltan al escuchar el sonido del shofar, el cuerno de carnero litúrgico judío, que ejecuta Benjamín Guz, miran extrañados y siguen su camino sin siquiera preguntarse qué hacen esas diez personas paradas junto al monumento en homenaje a las víctimas de la AMIA.
Cada semana, desde hace diez años, se repite el mismo ritual, sin importar si hace frío o calor, el grupo se reúne para reclamar justicia.
“La gente pasa de largo, no ve ni oye, no se da cuenta. Es la indiferencia total”, afirma Tzypora Sendler Besmesvani, una de sus miembros, y su compañera Berta Gueller destaca que “cuando tocan el shofar tampoco se paran, miran y siguen su rumbo, pero nadie pregunta nada”.
La ceremonia es breve, pero conmovedora. Comienza a las 9.53, a la hora que se produjo el atentado, con un pedido de justicia que hacen en forma rotativa cada semana, seguido por un minuto de silencio.
“Por los 30 mil desaparecidos en manos de la dictadura militar exigimos justicia, por el atentado a la Embajada de Israel exigimos justicia, por el atentado a la AMIA exigimos justicia, por la desaparición en democracia, que ya tenemos al segundo que es Nisman, exigimos justicia. Justicia, justicia perseguimos, para que esto se consiga y no se olvide y que alguna vez se sepa algo”, afirma Sendler Besmesvani.
La convocatoria comenzó a fines de 2004, cuando Memoria Activa, que realizaba cada lunes su reclamo en ese mismo lugar, decidió dejar esa práctica para centrar sus fuerzas en conseguir la destitución del juez Juan José Galeano y ante la dificultad de convocar a nuevos oradores semanalmente.
Una de las participantes, Rebeca Sacolsky, estuvo en desacuerdo con la medida y dijo que iba a seguir yendo cada lunes sin importar si estaba sola. Una veintena de personas la acompañaron y terminó transformándose en una tradición que ya lleva diez años.
“Ninguno de nosotros tuvo una pérdida y sin embargo pensamos que es muy importante venir acá para no olvidar, para que no haya impunidad”, afirma Sendler.