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Olimpiadas 2016: jugaron los PBI

Argentina no podía ganar más medallas

La relación entre la economía de los países y los triunfos obtenidos. Los estudios previos y los resultados. Riqueza y demografía. Las naciones que desafían la regla.

Paula Pareto Oro
Paula Pareto con su medalla de oro. | AP
Hemingway decía que la diferencia entre un rico y aquel que no lo es radica en un solo punto: uno tiene mucho más dinero que el otro. ¿Será tan simple como eso? Las preguntas sobre las condiciones y consecuencias de la riqueza y de las diferencias entre los que más y los que menos tienen cruzan todas las teorías políticas. ¿Es el trasfondo económico lo que origina distintas formas y resultados políticos, culturales, religiosos y hasta deportivos?
Marx sostenía que la estructura condiciona la superestructura, que las bases económicas y productivas generan su correspondiente andamiaje jurídico y político. Weber ve una sincronía de razones que atraviesan lo económico y lo religioso. Smith estima indisoluble el vínculo entre el desarrollo económico, la ética y el egoísmo individualista.

De una u otra manera, los clásicos entienden que la economía está detrás de las leyes, los regímenes de propiedad, los cultos religiosos y las relaciones personales.
¿Hasta dónde la economía metió la cola en el resultado de estos Juegos? ¿Existe alguna relación entre la cantidad de medallas que ganó cada país y su desarrollo económico?
Un mes antes de que se iniciaran los Juegos, la consultora Price Waterhouse puso a prueba esa relación. En base al PBI de cada nación y tomando en cuenta el desempeño en las Olimpíadas pasadas, pronosticó quiénes ocuparían los diez primeros lugares del medallero: Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña, Alemania, Australia, Francia, Japón, Corea del Sur e Italia. Con pequeñas variantes en las ubicaciones, el pronóstico de la consultora fue correcto.
Goldman Sachs también difundió un estudio con pronósticos y resultados similares: “El éxito económico mejora las opciones de gloria olímpica, porque es más probable que un país produzca atletas de categoría mundial en un ambiente de categoría mundial”.

El PBI de los mejores. Ahora, con los resultados sobre la mesa de los principales países competidores y tomando en cuenta sus PBI, se compuso el gráfico que acompaña esta nota. Allí se muestra:
* El PBI per cápita promedio de los primeros diez países del podio ganador es de 35.550 dólares.
* De los segundos diez, 22.520 dólares.
* De los terceros diez, 11.870 dólares.
La primera conclusión confirmaría que a mayor poder económico, mayores éxitos deportivos. Esto, en general. En particular, hay algunas aclaraciones.

Entre los primeros diez, hay ocho países cuyos PBI per cápita gira entre los 30 mil y los 56 mil dólares, pero hay dos que están algo por debajo de 10 mil: China y Rusia. Las explicaciones son múltiples, desde la tradición deportiva que les dejó a esos países la competencia en todos los niveles que mantenían con Occidente durante la Guerra Fría, hasta el tamaño de sus territorios y poblaciones. Sobre esto último también hay distintos estudios que demuestran la relación entre demografía y éxito deportivo: “Cuanto mayor es el universo poblacional del que provienen los deportistas, aumenta su probabilidad estadística de ganar más medallas”, explica un estudio de la Universidad de Ingeniería de Colombia.

Entre los segundos diez países (del 11º al 20º), también conviven diferentes realidades económicas. Allí aparecen algunas excepciones dentro de un alto promedio de PBI per cápita. Países que comparten su origen soviético (como Azerbaiján y Kazajstán) junto a otros como Kenia, con uno de los PBI más bajos del planeta. Las razones parecen muy puntuales: de las 13 medallas que ganó Kenia, 12 se relacionan con el atletismo y las distintas modalidades de carreras. Al eventual componente genético de los kenianos (los expertos hablan del gen ACTN3, que compartirían con otros africanos del este y con los jamaiquinos) se le suma el desarrollo de centros de alto rendimiento en las universidades, que se dan tanto en Kenia como en Etiopía. Allí, esos centros se dedican a captar a los jóvenes más talentosos, para quienes ser elegidos suele hacer la distancia entre una vida digna y la miseria absoluta.

El promedio del PBI per cápita en los siguientes diez países que conquistaron medallas en Río (del 21º al 30º), baja a casi la mitad. Y bajaría más sin la excepción de Suecia, con sus 50 mil dólares per cápita. En los siguientes diez lugares del medallero (del 31º al 40º) sucede algo similar: sin la aparición del súper PBI de Suiza (ganadora de siete medallas), el PBI promedio rondaría los 7.600 dólares. A medida que la cantidad de medallas obtenidas comienza a disminuir, las relaciones estadísticas están más sometidas a las particularidades de cada caso.

El género importa. Otra razón socioeconómica que condiciona el mayor o menor éxito deportivo en las Olimpíadas es la paridad de género. Según Chequeado.com, los estudios indican que mientras menor es la brecha entre mujeres y hombres, mayores chances tiene un país de ganar: “Como hay varias competencias femeninas, es esperable que un mayor acceso de las mujeres a las oportunidades deportivas influya en el número de medallas de la nación en cuestión”. La brecha de oportunidades entre mujeres y hombres está directamente relacionada con las condiciones económicas de cada sociedad.

Claro que, además del imperativo económico, a veces surgen simples casualidades o situaciones irrepetibles (lo mismo pasa con los países). La aparición de deportistas únicos como Usain Bolt, Michael Phelps y Simone Biles, capaces de traccionar una cantidad atípica de medallas; o simples contratiempos que significan milésimas de segundo o una pelota que no entró por un milímetro, y son capaces de dejar afuera del medallero a un competidor.
La Argentina, con sus cuatro medallas, aparece recién en el puesto 45º del ranking. Su ubicación sigue la lógica económica, demográfica e histórica aquí expuesta. Con un PBI per cápita actualizado que ronda los 8 mil dólares, dista de ser una potencia, tampoco cuenta con una cantidad importante de población y no tiene una trayectoria exitosa en los Juegos.

La duda en este caso es si el impuesto del 1% sobre el consumo de celulares destinado al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo a partir de 2009 influyó en el hecho de que la Argentina consiguiera el mejor resultado de los últimos 68 años. Difícil saberlo: la diferencia entre las tres medallas de oro de esta vez y las dos de años anteriores parece muy sutil para confirmarlo.

Mal resultado. Medalla más, medalla menos, la Argentina ocupó el lugar que debía ocupar. Pobre, pero no más pobre que su éxito económico.
El problema va mucho más allá de estos Juegos. También en otras áreas (institucionalidad, seguridad, independencia jurídica, educación) el país obtiene malos resultados.
No es sorprendente. Lo sorprendente sería que con la riqueza de esta nación estuviéramos entre los diez ganadores olímpicos, fuéramos ejemplo de institucionalidad, tuviéramos una Policía honesta y los jueces dejaran de bailar al calor del poder de turno.

Así como los elevados PBI suelen estar detrás de sociedades exitosas en distintas áreas, el empobrecimiento condiciona esas chances.
Habrá que seguir buscando soluciones urgentes en donde las cosas están mal. Pero las soluciones más permanentes vendrán de dar respuesta al problema de fondo: cómo se construye la riqueza de un país y de sus habitantes. Recién después vendrán las medallas.