La historia es conocida: un escritor, músico, actor o diseñador tiene una idea que quiere llevar adelante, trabaja en ella durante meses y una vez que considera que está terminada empieza a pensar cómo hacer para que llegue al público. Golpea puertas donde nadie le contesta y la única respuesta que recibe, con suerte, es que su proyecto no es viable.
Como una luz al final de este callejón sin salida, y en sintonía con las posibilidades de la web 2.0 en la que el internauta se vuelve un sujeto activo, en los últimos años surgió el crowdfunding o “financiamiento colectivo”, una manera de buscar financiación a partir de la colaboración de personas alrededor del mundo. Ya no se trata de que una productora, una editorial o una discográfica aporte una gran cantidad de dinero sino de que cientos de personas aporten pequeñas cantidades.
Sin intermediarios. El mecanismo es el siguiente: un creador decide buscar fondos para concretar su proyecto, consulta las distintas páginas de crowdfunding que hay en el país (Idea.me, Tumecenas.com, Panaldeideas.com, Groofi.com, Bananacash.com y Proyectanos.com), elige la más afín a su propósito y envía su idea que, de ser aceptada, se publicará junto a un video de presentación. A partir de este momento tendrá un tiempo para recaudar los fondos necesarios y a cambio del dinero ofrecerá una serie de recompensas a los potenciales colaboradores. En caso de alcanzar el monto deseado cobrará lo recaudado y la web se quedará con una comisión de alrededor del 5%. Si terminados los días pautados no alcanzó su objetivo, el dinero se devolverá a los colaboradores.
El trabajo, durante la campaña, estará en la difusión para llegar a la mayor cantidad de gente y generar esa adaptación cibernética del boca a boca conocida como “viralidad”. Giselle Gallo, de Tumecenas.com, explica: “Cualquier proyecto puede pedir ayuda para ser financiado. El único secreto para que resulte exitoso es asumir el compromiso de difundirlo de forma permanente por todos los medios posibles, ya sean redes sociales, contactos, amigos o conocidos”.
De lo que se trata es de generar vínculos en torno a un proyecto para que pueda ser realizado. Luis Ortiz Gross, CEO de Idea.me, una plataforma que durante su primer año concretó 180 ideas, comenta: “Lo que estamos buscando es la posibilidad de construir vínculos. Esa es nuestra función. Somos constructores de tuberías que conectan a los creadores con los colaboradores”.
Y esos vínculos pueden estar en cualquier lugar, donde sea que haya una computadora o un smartphone con acceso a internet. María Laura Ruggiero, productora transmedia y guionista de Durazno, una película argentino-boliviana que lleva recaudados 21 mil dólares a partir del aporte de 1.145 personas, describe: “Donde sea que estés, tengas los contactos que tengas, tenés una forma posible de acceder a financiar tus ideas con ayuda de la comunidad. El mundo entero puede verte y descubrirte en un instante”.
Desde Panaldeideas.com Natalia Zonis sintetiza el espíritu de la propuesta: “Lo que queremos es quitar del medio a los intermediarios que impone la industria cultural para que el contacto entre los creadores y los colaboradores sea directo”.
Más alla de la industria cultural. Los cambios que propone el financiamiento colectivo son múltiples. Germán Doin, director de La educación prohibida, la primera película en español que pudo realizarse a través del crowdfunding con aportes del Perú, España, Argentina, EE.UU. y varios países de Europa, señala: “La ventaja más importante es la independencia. El crowdfunding te permite presentar tu proyecto a tu manera, sin jefes ni límites más allá de los que vos te plantees. Nuestra película posiblemente nunca hubiese visto la luz por los canales tradicionales, porque dice muchas cosas que sólo podemos decir gracias al financiamiento colectivo”.
El cambio aparece también en el colaborador, quien a partir de sus aportes pasará a tener un rol más activo. Pia Giúdice, directora de comunicación y proyectos de Idea.me, destaca que “el consumidor hoy cambió porque ya no sólo consume sino que también produce, pues al aportar forma parte del proyecto que apoya y puede proponer ideas y comprometerse. Puede decidir qué proyecto es viable y cuál no”.
El nuevo rol del colaborador modifica también la forma de comprender los proyectos. Yashira Jordán, directora de Durazno, opina que “hay que estar consciente de que los proyectos, al ser compartidos, también dejan de ser totalmente tuyos; y eso siempre hay que tenerlo en cuenta. Nunca hay que olvidarse de que gracias a muchísima gente esa idea que alguna vez fue sólo tuya pudo concretarse por el apoyo de toda una comunidad. Por eso los intercambios y recompensas deben cumplirse siempre. Y por eso también hay que mantener un vínculo fluido con los colaboradores”.
Adaptación. El porcentaje de proyectos de financiamiento colectivo exitosos oscila entre 40 y 50%. Entre las diversas categorías, desde “comidas” hasta “tecnología”, pasando por “fiestas” o “impacto social”, las vinculadas al arte son las que reciben mayor cantidad de proyectos y colaboraciones.
Las nuevas ideas en torno al crowdfunding se multiplican.
Desde Panaldeideas.com, por ejemplo, incluyeron la opción de “voluntariado”, que Natalia Zonis define como “un espacio en el que los activistas pueden brindar su ayuda según las necesidades de cada proyecto”, y desde Idea.me comenzaron a implementar el crowdfunding con empresas para que el emprendedor pueda acceder a compañías que tienen un interés particular con determinados perfiles y están dispuestas a poner una mayor cantidad de dinero.
Cómo presentar un proyecto
Dado que las plataformas de crowdfunding no hacen milagros, es necesario tener en cuenta distintos aspectos en el momento de llevar adelante una campaña. Pía Giudice describe: “En relación con la campaña, el video es central porque es donde te presentás a vos y el proyecto. Otro punto fundamental es el de las recompensas, la posibilidad de ofrecer entre cuatro y ocho recompensas originales a las que puedan acceder distintos públicos. Después es importante organizar una gran campaña de comunicación del proyecto, ver cómo comunicás y a quién. Y cuando la campaña ya está en marcha es importante testear la reacción del público para identificar quién responde mejor, cuáles son las recompensas más utilizadas y qué comentarios recibís para ir ajustando el proyecto. Por eso el creador debe mantenerse activo y dedicarle tiempo todos los días”.
Se trata de un nuevo modelo que requiere una nueva manera de pensar. Germán Doin, que después del éxito de La educación prohibida se encuentra realizando su segunda campaña de crowdfunding con su proyecto Reevo.org, explica: “Estos modelos nos obligan a pensar en retribuciones colectivas y formas alternativas de comercialización. No podemos utilizar el crowdfunding con la mentalidad empresarial tradicional”.