ELOBSERVADOR
El ministro de macri que tiene como gps a las ideas del papa

Bergman: “No hay nada más contaminante que la corrupción”

A un año de la encíclica Laudato si, el responsable de Medio Ambiente de la Nación habla con PERFIL sobre la encíclica referida al cuidado “de la casa común”, el planeta. Dice que muchas de las ideas de Bergoglio son coincidentes con las del PRO: “Pobreza cero, tolerar las diferencias, aceptar el diálogo”.

Funcionario. Bergman afirma que no sólo se trata de espiritualidad y ética: el Papa fue, a su juicio, un excelente editor de propuestas del ambientalismo a nivel global.
| Sergio Piemonte
El último 24 de mayo se cumplió un año de la publicación de Laudato si, la encíclica “ecológica” del papa Francisco. Un año del texto papal sobre que, siguiendo a San Francisco de Asís, invoca “nuestra hermana tierra”, una hermana que, a juicio del Sumo Pontífice “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”. En esta semana de aniversario, el mismo Papa recibió a Hebe de Bonafini, quien está muy lejos de las ideas de Mauricio Macri quien desde que es presidente sólo tuvo apenas unos veinte minutos de reunión en El Vaticano. Sin embargo, para Sergio Bergman, también sacerdote, rabino y egresado de Bioquímica y, sobre todo, ministro de Medio Ambiente de la Nación “la encíclica papal es el GPS de mi gestión”. Es más, para él, en el ideario del Papa hay muchas ideas compartidas con quien dirige la Iglesia, “cuestiones que compartimos con él cuando lo conocimos como Bergoglio”.
—¿Cuál es el mensaje de “Laudato si”?
—En primer lugar, plantea una mirada que tiene que ver con los valores, el hombre en la creación. El eje de toda preocupación debe ser el ser humano. Y además, una conciencia de que quienes padecen los daños ambientales son, esencialmente los más humildes. El Papa nos ofrece una visión integral de lo ecológico. Y además, lo hace desde un lugar concreto: habla como estadista, como líder, como maestro. Y nos invita a tomar medidas concretas sobre las cuestiones más ríspidas. Ofrece un mensaje espiritual, pero que no queda en lo teológico. Habla de insumos y consumos, de recursos, de generar una tecnología que contribuya a una vida más sana. El papa Francisco no habla de una agenda verde, sino de una agenda social, porque no hay sustentabilidad más importante que la humana.
—Cuando fue publicada, hubo comentarios acerca de que encerraba un mensaje anticapitalista.
—Lo que hace el Papa es valorar el camino del término medio. Y de comportarse con mesura. Nos ofrece una serie de claves hermenéuticas para entender la cuestión del ambiente desde una perspectiva humana. Algo que implica entender el valor de las partes antes que el todo. Además, el mismo Papa en la misma encíclica es claro: no hay ningún “ismo” que pueda solucionar las cosas a nivel global, y avanza con una perspectiva realista sobre el tema: no se puede resolver con el extremismo ambientalista. No: no se puede eliminar de un día para otro a los combustibles fósiles. Lo cual no quiere decir que no apostemos a las energías renovables. Nosotros lo leímos en Laudato si y lo transformamos en política de Estado.
—¿Se puede deducir una política de lo escrito por el Papa?
—Creo que en la encíclica el Papa no sólo actúa como escritor, sino que se nos presenta como un excelente editor. Una lectura atenta del texto papal nos enfrenta a su mensaje espiritual, pero también denota que hay detrás un gran equipo de profesionales que saben mucho de la cuestión. Es un texto que permite elaborar estrategias a partir de su lectura.
—Hay una idea que desde el ambientalismo suele repetirse: los principales damnificados de los daños ambientales son los pobres.
—El concepto central es que la cuestión ambiental es un tema de derechos humanos. Y si los delitos de derechos humanos son una cuestión de lesa humanidad, bien podemos entender que los delitos ambientales también lo son. No me refiero a que jurídicamente sean de lesa humanidad. Pero moralmente sin duda que es así.
—¿Se puede deducir una política concreta, medidas concretas de la encíclica?
—Hay que hacer una traducción laica de lo que es un mensaje espiritual. Pero hace planteos concretos. El amor a la tierra, tomar la herencia de los pueblos originarios. Los mismos pueblos originarios que nos enseñan tanto. La reverencia a la Pachamama antes de beber agua es precisamente eso. Nuestra gestión se desarrolla entre dos paréntesis. Por un lado, la encíclica Laudato si y por el otro, la Cumbre del Cambio Climático. Por eso, creamos un gabinete especial para controlar el clima.
—¿Un “gobierno de CEOs” es un contexto oportuno para desarrollar una agenda medioambiental?
—Lo del gobierno de CEOs es un prejuicio. Lo que hacemos es 100% un mandato de Mauricio, lo que Mauricio nos pidió. Es el Presidente quien tiene una política completamente orientada al desarrollo sustentable. Lo dice permanentemente y es el eje de su política. Venimos de un tiempo en el que el relato tapó acciones concretas que fueron contra el medio ambiente. Y no hay nada más contaminante que la corrupción. Decir la verdad, abrirse al debate, es parte de una política que también es sustentable.
—Sus primeros anuncios fueron en materia de energía y minería.
—Nosotros podemos establecer líneas generales en materia de presupuestos y políticas, pero las provincias son soberanas sobre sus recursos naturales. La Nación fija presupuestos mínimos para el cuidado del ambiente. Pero las licencias y el manejo de los suelos es una decisión de cada provincia, lo que se puede y lo que no.
—El tema energías renovables estuvo en el medio de una agenda compartida con los Estados Unidos. ¿Cómo se puede actuar desde nuestro país en este sentido?
—Venimos de una crisis energética que tenemos que reparar, pero no a cualquier costo. La Argentina tiene un potencial increíble, sobre todo con lo que está sucediendo con el cambio climático, que lo tenemos que atenuar en términos de no contaminar y no emitir gases de efecto invernadero.
—Contamos con el recurso del sol y del viento a nuestro favor.
—Esta posibilidad hace de la Argentina un lugar privilegiado y es fundamental para llevar adelante el programa RenovAr, que se inició a partir de la apertura de licitaciones en esta materia.
—¿Cómo evalúa la herencia que recibió al llegar al ministerio?
—Venimos de tiempos de un doble estándar muy fuerte. Se decía una cosa, pero en realidad, se hacían cosas muy diferentes. En nombre del relato se olvidó la gestión, el actuar en términos concretos. Se decía una cosa, pero se hacía otra. Ver lo que pasó en materia de minería es clave. No cabe duda que la clave de todo está, ni más ni menos que en cumplir con la ley. Y éste es otro de los planteos de Mauricio: priorizar la ley, y enfatizar el valor político del diálogo y los consensos. Este es el sentido de una política medioambiental y esto también nos conecta con la encíclica papal. Quienes participaron del último Tedeum pueden ver que se salió de una política degradada a nuevos objetivos y una nueva manera de hacer las cosas. La idea de pobreza cero y de dialogar siempre, por ejemplo, son un objetivo tanto de Francisco como nuestro.