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una tendencia firme

Crece lo hecho a mano en un mundo digital

Las grandes marcas ya no son sinónimo de estatus. Cada vez más se impone la producción artesanal, original, que se vale de la redes sociales para hacerse conocer y llegar a sus potenciales clientes. Es, además, fruto de la inestabilidad laboral que produjo una revalorización del oficio y lo individual.

Crece lo hecho a mano en un mundo digital.
| Cedoc

En tiempos de hiperconectividad y pensamiento acelerado, dedicarse a producir de manera artesanal podría ser cuestionado como una “pérdida de tiempo”. Sin embargo, distintos artesanos consultados por PERFIL demuestran por qué  lo “hecho a mano” es lo más buscado y a qué se debe su actual valoración. Además, expertos en conductas de consumo debaten acerca de los nuevos parámetros de valoración social y cultural y de la importancia de la diferenciación de los otros a través de lo hecho a mano.

“La gente hoy valora los detalles, los productos que no están hechos en serie porque la parte humana está a la vista. Eso las diferencia del resto”, dice Luciana Pan, cuyo emprendimiento se llama Pana. En 2012 empezó haciendo cuadernos, tejidos y serigrafía, cuando salía de la oficina donde trabajaba nueve horas.  “Encuadernaba como hobbie, pero siempre quise vivir de mi oficio, hasta que tomé coraje y renuncié a todo”, recuerda. “Usar las manos para trabajar es usar el cuerpo y conectarse con el trabajo desde una parte muy personal”, se suma la ceramista Jessica Marsiglione, de Alili–Cucu Cerámica. “Creo fervientemente que es lo que necesitamos en este momento como sociedad: volver a confiar en el trabajo artesanal e involucrarnos con lo que hacemos”. En términos económicos, admite que “el ingreso fijo es  más seguro en cierto sentido” y que “trabajar de independiente te enfrenta a tus miedos y frustraciones constantemente”.  Pero desde que arrancó a vivir de su oficio “gané mucha seguridad en mi trabajo y en mi misma”.

Volver al origen. ¿Y por qué recién ahora cobra especial relevancia lo hecho a mano? “Parecería que lo artesanal está ligado a la búsqueda de otros estilos de vida y a la valorización de lo diverso. Es decir que este fenómeno tiene una dimensión económica, pero también cultural y subjetiva”, analiza la socióloga Ana Woltman, experta en consumo. “En algunos casos la inestabilidad laboral incidió en la vuelta al oficio y en otros la revalorización de lo individual, el trabajar en pequeños equipos con menos pautas de horarios de oficina. De ahí que se habla tanto de creatividad, industrias creativas, qué podemos crear, cómo convertirlo en un emprendimiento económico sin depender de grandes estructuras que muchas veces nos pueden dar un sueldo aparentemente seguro y estable y de un día para otro quedarnos sin trabajo”. Wortman remata: “estamos en medio de un proceso de individualización de lo social y de rechazo a lo masivo e impersonal”.

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“Nos cansamos de que nos impongan valores y ahora queremos crear los propios. Por eso un sofá viejo retapizado por mí puede valer más que uno nuevo, ya que es hecho a mano con mi toque personal”, enfatiza el filósofo y publicista Omar Bello. “En las clases medias altas cada vez se  compran menos marcas como símbolos de estatus. Allí comenzó este fenómeno que fue adoptando otras formas a medida que bajaba la pirámide socioeconómica, y que prioriza diferenciarse a través de lo original producido de manera artesanal”.  Bello observa que “se instaló una nueva tendencia donde el toque personal es la estrella del momento”, y que “hasta en lo industrial el toque artesanal es valorado”.

En la misma línea, Mónica Di Pretoro, de la consultora especializada en consumo CCR, opina que “los símbolos de status fueron cambiando en todos los estratos sociales,  especialmente en el más alto. El lujo hoy se vincula con poseer valores exclusivos, artísticos, y de exhibición privada”.  Pretoro ve “una revalorización social de los orígenes, un redescubrimiento y puesta en valor de las raíces. Estamos frente a un consumidor que trata de equilibrar pasado y  presente, revalorizando su historia y raíces pero, al mismo tiempo, preocupado por mantenerse actualizado”.

Para Cecilia Maimone, titular de Koiko, sus objetos son elegidos “por su producción manual y porque permiten que quien los compre encargue tamaños y colores de forma personalizada. El tejido, explica, lo tengo incorporado desde chica cuando mi abuela me enseño el punto Santa Clara en dos agujas. El crochet fue amor a primera vista y años más tarde profundicé la técnica a través de revistas e internet”.  En el caso de la encuadernadora Lou, llegó a su oficio a través de “un curso de encuadernación en la Casa de Oficios de la Papelera Palermo, como para aprender una habilidad y sin expectativas. La primera época fue muy cansadora, porque trabajaba todo el día en otro lado y encuadernaba en mis horas libres. Hasta que me decidí y elegí adónde quería poner mi energía y lancé el Almacén de Lou”, cuenta. Para el mosaiquista Carlos Montivero, también resulta fundamental “vivir de lo hecho por mis manos”. Cuenta que por ahora trabaja “en el taller de mi profesor, que es mucho mejor que trabajar en una oficina”, y espera, en algún momento, “poder vivir de mi trabajo artesano”.

Di Pretoro, de CCR, analiza que “en otros tiempos, la formación académica operaba como respaldo de conocimiento. En la actualidad, el oficio es revalorizado por la combinación de conocimiento, experiencia y por la intuición que presupone”. Por su parte, Bello insiste en que  “la posibilidad de adquirir algo hecho a mano con detalles únicos que nos diferencia del resto se trata de un fenómeno nuevo que va a comenzar a generar grandes problemas a las marcas más caras, ya que en el fondo su valor depende de la capacidad de simbolizar”.

“Tanto plegué y regalé que la gente comenzó a sentir interés en aprender origami”, cuenta Danisa Jauvel, origamista por vocación y dueña de Origamizate. Asegura que “lo que más valoro de mi trabajo es el contacto manual como condición primordial para poder crear”.

Artesanías y ecología. El cuidado por el medio ambiente también tiene lugar en este nuevo fenómeno. Almudena Frutos Juárez, de Cartonera Design, produce muebles hechos en cartón. “Aprendí  mediante videos de la web, aunque soy productora audiovisual. Ahora prefiero el trabajo manual y artesanal y por eso alterno entre los dos trabajos para poder vivir. Lo bueno es que no hubo necesidad de una gran inversión para comenzar, así que lo que se genera son todos beneficios”. La pastelera Sol Francese, de Pastelería LalaCakes,  llegó a su oficio “por legado de la abuela. Desde chica me enseñaron que lo hecho a mano de forma casera era valioso desde lo saludable y también porque genera buenos vínculos. Gracias a que la sociedad fue perdiendo el miedo a comprar cosas artesanales, pude llevar mi emprendimiento adelante”.

“Siempre es un poco más difícil de lo que parece, especialmente al principio. Pero si generás una identidad, ofrecés un producto relativamente novedoso y tenés constancia y paciencia, se puede sacar adelante”, cuenta Noe Arata, de Dobleufa. Quienes viven de su oficio acuerdan en la “sensación de seguridad” que les brinda trabajar con sus propias herramientas, sin depender de los medios de producción ajenos.  Lou lo explica y habla por el resto: “Me parece que con un trabajo independiente nunca te sentís del todo seguro porque tu ingreso no depende sólo de lo bien que hagas las cosas, sino que interfieren otros factores. En mi balanza, lo que gano no es sólo económico. A diferencia de un trabajo formal, no tenés un ‘piso’ de ingreso, pero tampoco tenés un ‘techo’. Y yo priorizo eso”.

 

Venta online, la gran aliada

“El mayor canal de ventas ocurre a través de Facebook”, dicen al unísono los artesanos consultados. Para ellos, internet, además de una excelente plataforma de difusión, resulta un sitio de aprendizaje fabuloso, ya que se puede “tomar clases” a través de videos en Youtube y blogs de  todo tipo de oficios. La comunicación online es clave.
Se completa así el círculo: el trabajo a mano se impone en un mundo digital, pero por reniega de él.
“Para vender mis productos dejo en consignación y también hago ventas al por mayor a locales, pero la principal herramienta para mi es Facebook”, cuenta Luciana Pan, que tiene showroom y está diseñando para el 2014 su tienda online.
Jessica Marsiglione, por su parte,  aprendíó alfarería “teniendo la notebook al lado del torno y viendo videos por YouTube”.
Los blogs también son canales de venta y difusión. Así lo asegura Lou, la creadora del almacén que lleva su nombre,  que decidíó probar con un blog “y funcionó”.
También lo hacen las creadoras de Koiko y Origamizate, ambas con presencia en la tienda online Ofelia Feliz. “Mi blog siempre fue vidriera de los primeros pasos de mis marcas”, cuenta Noe Arata, que vende en locales y a través de internet.
arata siente la necesidad de aclarar: “Estéticamente, Facebook me parece espantoso, pero te permite llegar a muchísima más gente que cualquier otra plataforma de difusión. En mucha menor medida uso Twitter y Flickr”.