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Días difíciles para la canciller

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   El 29 de enero, Angela Merkel supo que, según una encuesta, el 40% de sus compatriotas considera que tendría que renunciar por el fracaso de su política sobre los refugiados.
   Fue una bofetada para una mujer de 61 años que dirige el país más poderoso de Europa desde noviembre de 2005. Merkel acumuló capital político por 10 años al frente de ese coloso industrial. Pero con la crisis de los refugiados puede perder todo y comprometer sus posibilidades de reelección en 2017.
   Dos días después, otra encuesta mostró que la alianza conservadora que sostiene a Merkel –la democristiana (UDC) y la rama bávara CSU (Unión Social Cristiana)– sólo cuenta con 34% de intenciones de voto.
   Además, un grupo de 44 diputados de la  CDU creó con otros 56 de la CSU un grupo rebelde que le ha perdido respeto y amenaza con retirarle la confianza.
   Las razones de esa inquietud hay que buscarlas en el calendario electoral de Alemania. A mediados de marzo habrá elecciones regionales en tres landers, que podrían concluir con un fulgurante avance de la derecha populista de  Alternativa para Alemania (AfD). Gracias a la crisis de los refugiados, ese movimiento xenófobo y antieuropeo tiene 10% de intención de voto y sigue creciendo a un ritmo vertiginoso, según una encuesta publicada por el semanario Stern.
   Este sondeo reveló otro dato crucial: sólo 44% de los encuestados está dispuesto a respaldar a Merkel para un nuevo período de cuatro años en la cancillería, cuatro puntos menos que en el sondeo anterior.